La psicóloga Elke Fleischman explicó en el programa Somos Capital que el tiempo que los padres le dedican a sus hijos determina su calidad de vida.
En el marco de la campaña Desarrollo Infantil Temprano, Elke Fleischman, psicóloga de Sanna Clínica San Borja, explicó en el programa Somos Capital cómo las acciones que los padres tienen con sus hijos afectan su calidad de vida. En este sentido, mencionó que este concepto abarca el conjunto de situaciones que necesitamos las personas para alcanzar nuestro bienestar. Si el niño o niña se siente feliz, es autónomo, tiene una buena alimentación y salud y se desarrolla en un ambiente afectivo, podemos decir que cuenta con una buena calidad de vida.
Por ello, Fleischman hizo hincapié en la importancia del área emocional en el desarrollo de los niños, la comunicación verbal y no verbal con los hijos, la atención que los padres les brindan y el juego. Asimismo, señaló que las vivencias de los adultos afectan la experiencia de los niños. “Cuando el adulto está tranquilo se lo trasmite a los niños, y con eso ellos se desarrollan en su día a día”.
Sin embargo, no siempre es posible para los padres compartir tiempo con sus hijos o cuidarlos permanentemente, sobre todo por los horarios laborales. Para que esto no sea un obstáculo en la crianza, es necesario buscar maneras de compensar el tiempo de calidad con los hijos. Fleischman indicó que la clave es la organización, para cubrir todas las necesidades básicas de los niños, como la alimentación.
Del mismo modo, cuidar la manera en que los padres se despiden de sus hijos es crucial, ya que esta debe ser cálida. De esta manera, se evita la angustia tanto en los padres como en los niños. “Además, el cuidador al que le dejamos nuestras joyas, que son nuestros hijos, necesitan ser personas empáticas”, añadió la psicóloga.
Hay que recordar que son los padres los modelos de los que se guían los niños, por lo que sus comportamientos irán de acuerdo con lo que ellos vean. “Son básicamente las vivencias que tenemos en la infancia lo que hace que percibamos los mensajes de nuestros padres o cuidadores como un sello de fuego en nuestra emoción”, comentó Fleischman.
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