Rosa Montero es una inmigrante ecuatoriana de 44 años que cruzó dos veces la frontera entre México y Estados Unidos. Esta es su historia.
“Las personas que vienen piensan que llegarán al ‘cielo’, pero la realidad es todo un ‘infierno’”, así describe sus primeros meses como inmigrante indocumentada Rosa Montero, quien en 1999 decidió salir de su natal Ecuador en búsqueda de mejores oportunidades en Estados Unidos.
Veinticinco años después, ella ha decidido plasmar sus vivencias a través de un libro que ha titulado Sobreviví, donde cuenta los peligros que afrontan los inmigrantes cuando cruzan la frontera entre EE.UU. y México.
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La historia de Rosa Montero
Rosa creció en un pequeño pueblo rural de Ecuador con muchas carencias económicas. Esto la motivó a decidir emigrar de su país e irse a trabajar a Estados Unidos. Por otra parte, fue abusada sexualmente por familiares cercanos cuando era niña. Este hecho la ha marcado por siempre.
“Quiero compartir mi historia con muchos inmigrantes. El relato está dedicado a los que piensan venir y los que han venido. Hay muchos que se quedan en el camino y no lo logran”, declara Montero para El Mercurio.
Rosa cruzó dos veces la frontera entre Estados Unidos y México. La primera vez fue en el año 1999. En ese momento sufrió una caída que le dejó secuelas en su estómago. Establecerse en un nuevo país no fue fácil para ella. “Acá hay que sobrevivir. Yo reuní botellas de la calle para contar con dinero”, recuerda.
“Cuando uno llega, le ayudan a dormir en el baño o un rincón, hasta reunir un poco de dinero para rentar una habitación. En un apartamento se vive entre 15 o 20 personas, porque la renta es muy cara”, cuenta Rosa.
Y agrega que la barrera del idioma fue muy fuerte para ella porque no sabía inglés, pero tuvo que aprenderlo. “Porque sin el idioma a uno no le quieren dar trabajo y las posibilidades son limitadas”, comenta.
Permaneció siete años en Estados Unidos, pero tuvo que volver a Ecuador de emergencia debido a un problema familiar. Pensó en quedarse en el país latinoamericano, pero luego cambió de idea y optó por retornar a EE.UU. de nuevo por la frontera.
Esta vez se fue con su hermano de 20 años. Se contactaron con un coyote e iniciaron la nueva travesía. Rosa cuenta que en el trayecto observaron a muchos muertos. “Cruzar el desierto es la vida o la muerte”, dice. Tras un tiempo en el país, pudo traer a sus hijas a EE.UU. y se ha dedicado a ayudar a familias inmigrantes.
Finalmente, Rosa menciona que con el dinero que obtenga de su libro Sobreviví piensa ayudar a niños, familias o personas de la tercera edad que están en el olvido.
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