Fiestas como la Navidad ayudan a cerrar vacíos y canalizar la pena por esa persona ausente.
Quizá estás pasando por una etapa de duelo, sea por la muerte o la distancia que te separa de un ser querido, y sientes que no debes celebrar la Navidad debido a tu pena. ¿Es correcto enfrentar el dolor así? ¿Debes autocastigarte?
No existe una fórmula para acabar con el sufrimiento, ni un tiempo exacto para dejar de llorar la pérdida de alguien a quien hemos amado y que ha sido parte de nuestras vidas. Lo que sí está establecido, es que el duelo debe ser un periodo transitorio y no indefinido.
Para llegar a la resignación hay un proceso que hay que pasar. Según el psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) Humberto Castillo, por lo general en las dos primeras semanas luego del fallecimiento, el dolor debería ir bajando.
Superando el duelo
A menudo se mencionan cinco etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Pero los estudios coinciden en que esto no es una regla, y las emociones no se reemplazan unas a otras o siguen una secuencia ordenada.
De todas formas, es un hecho que para lograr la aceptación de la pérdida, hay que pasar por un proceso de 'sanación'. El psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) Humberto Castillo, nos dice que por lo general en las dos primeras semanas luego del fallecimiento, el dolor debería ir bajando, aunque antes de eso se van a experimentar algunos sentimientos:
1. Negación. No se acepta la muerte o la enfermedad incapacitante de una persona querida. Se niega la posibilidad de que no hay un retorno.
2. Cuestionamientos. Se busca una explicación a lo ocurrido y surgen los sentimientos de culpa. Se preguntan: ¿Cómo no hice esto? ¿Debí hacer eso? ¿Cómo dije esto? ¿Cómo no dije lo otro? Pero también está la otra vertiente: culpar a los demás.
3. Comprensión. Se entiende que el hecho ocurrió y no tiene una sola causa. Si bien las personas podemos participar en los accidentes, enfermedades o la muerte, no necesariamente los causamos.
4. Resignación. Cuando se acepta la pérdida sin atribuirse la culpa, viene la etapa de recordación positiva del ser ausente.
...¿Y Navidad?
Si por fin llegó la resignación, viene una fase de ‘sustitución’, otras personas van cubriendo ese vacío. Generalmente son los niños, los que con sus ocurrencias e inocencia ayudan a cerrar las heridas.
Pero en fechas como la Navidad, la emotividad está a flor de piel. "Es un momento en que se extraña a las personas. Un fallecimiento de hace cinco años se va a recordar, pero será algo pasajero, no dominará la escena. En cambio, si la muerte fue el año anterior, puede que el recuerdo sea la idea central", señala el psiquiatra peruano.
Por suerte, la Navidad también es una oportunidad. "En los duelos relativamente recientes, las personas tienen un espacio para expresar sus sentimientos. Es el momento propicio para la conversación".
¿Cuándo advertimos un problema?
Castillo precisa que si han pasado dos meses de sufrimiento intenso y continuo, o peor aún ya es un año teniendo sentimientos de culpa, es hora de buscar ayuda.
"No necesariamente es una patología, puede ser mal manejo del duelo y eso ocurre principalmente cuando la persona se culpa a sí misma, a otros, o se esfuerza mucho en buscar explicaciones. Con ayuda espiritual se puede salir del tema, la comunicación ayuda. Si con eso no pasa, estamos en un problema de depresión o ansiedad, y el duelo lo que ha hecho es desencadenar dolores de la infancia. Eso requiere tratamiento especializado".
Ayúdate a ti mismo
El psicoterapeuta familiar y sistémico Ricarte Cortez explica que cada uno puede canalizar su dolor de la forma en que crea más conveniente. Pero, siempre bajo la premisa de que el duelo no puede ser eterno. "Fiestas como la Navidad permiten que estos vacíos se cierren, ayuda a que puedas hablar de tu dolor. Es bueno convocar espacios para liberarnos".
El experto nos da algunas pautas para vivir el duelo:
1. Simbólicamente puedes dejarle un espacio en la mesa a tu ser querido ausente. "Eso no es malo. Al contrario, puede ayudar a expresar tu dolor en toda su dimensión, pero recuerda que el duelo no se debe prolongar indefinidamente".
2. No te autocastigues. No fuerces tu conducta frente a la pena que sientes por el ausente. "Llora en el ambiente que te toca, si es en la cena navideña, hazlo. No es necesario que construyas una casa oscura y que todo esté lúgubre para que tu dolor se exprese".
3. Sigue adelante. "Lo importante es que tu vida se transforme en un homenaje para esa persona ausente, alguien que va a querer de ti no solo tu llanto, sino que transites frente a la pérdida y que luego vivas feliz".
4. No postergues tu duelo, enfréntalo y vívelo. "Fiestas como la Navidad permiten que estos vacíos se cierren, ayuda a que puedas hablar de tu dolor. Es bueno convocar espacios para liberarnos".
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