Tanto la adicción a la comida como los berrinches en los niños son calificados por la Asociación Americana de Psiquiatría como enfermedades mentales.
La popular pataleta de los niños, no es tan inofensiva como se pensaba. Ahora los berrinches califican como enfermedad mental y requieren de un tratamiento especializado si su nivel de desafío es muy alto, por ejemplo, cuando los más pequeños pierden el control.
"Son niños de 5, 6 o 7 años. (A esa edad) ya tienen capacidad para tener el criterio de que hay límites y que hay cosas que no están cumpliendo", indica el destacado psicoanalista Fernando Maestre.
Lo mismo sucede con la adicción a la comida. Como toda alteración mental, se produce una pérdida del sentido de la realidad. Incluso "la persona que come mucho ya no se da cuenta el volúmen que está adquiriendo y que está próxima a morirse", dice Maestre.
Y es que la Asociación Americana de Psiquiatría cambió por primera vez en 20 años su “Manual de diagnósticos y estadísticas de enfermedades mentales” para incluir estos trastornos. La lista con estas modificaciones será publicada en mayo de 2013.
Por ello, si usted ve que su niño se hace daño a sí mismo, es señal de que necesita ayuda; y si el adulto come todo el tiempo y de manera desordenada, también es señal de esta nueva enfermedad mental.
La recomendación básica es llevar al niño (en el caso de los berrinches) o al adulto (en lo que se refiere a la adicción a la comida) con un psiquiatra, quien hará el diagnóstico e indicará el tratamiento, que suele incluir psicofármacos y sesiones de psicoterapia. Es fundamental que estas sesiones incluyan la participación de la familia.
"Lo terapéutico es que el niño sepa que su pataleta no da resultado, el mejor castigo es no hacer caso a su pataleta. Se le pone en su cuarto hasta que se calme, nada más", finaliza el especialista.
Lo importante es que los padres impongan orden y reglas a sus hijos desde pequeños, para evitar así futuros problemas que puedan afectar su comportamiento.
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