Las familias son el centro de las interacciones intergeneracionales y son un apoyo fundamental durante la crisis por la pandemia de la COVID-19. Las nuevas rutinas y los hábitos saludables son el eje central para la convivencia que requiere el confinamiento.
La pandemia de la COVID-19 ha cambiado las formas de comunicación y relacionamiento en la familia. Debido al confinamiento es posible observar los gestos, posturas, sentimientos, actitudes, empatía y tolerancia de los miembros de la familia. Además, el confinamiento ha llevado a fortalecer y redescubrir nuevos roles y funciones entre sus miembros, los cuales determinarán la buena convivencia durante la cuarentena.
El aislamiento social ha conllevado a estar más tiempo en casa, por lo que es momento oportuno para realizar las actividades del hogar en equipo y distribuyendo las tareas. Por ello, el magister Carlos Huamán, psicólogo de la Facultad de Ciencias de la Comunicación Turismo y Psicología de la Universidad de San Martín de Porres (FCCTP USMP) señala cómo influye el confinamiento en el comportamiento de las familias.
1. Los padres han fortalecido su rol como maestros y compañeros de juegos. Se debe persistir en la educación a distancia y crear espacios de recreación que se han visto limitados por el confinamiento.
2. Se deben establecer las obligaciones básicas del hogar, así como un horario de uso de las computadoras, el internet, entre otros, para así generar un espacio que implique el respeto.
3. Se ha creado una nueva función familiar: la psicológica. Para las familias donde existe algún miembro con estrés, ansiedad y depresión sería recomendable escuchar y leer solo fuentes de información confiables y, una vez al día, programar actividades, realizar ejercicios físicos, realizar alguna actividad que nos apasione como leer, escribir, dibujar, cantar, cocinar o pintar. Además, es recomendable hacer ejercicios de respiración, distraerse viendo alguna serie o película, bailar o conversar de algún tema agradable.
4. Se deben gestionar las emociones para evitar una tensión innecesaria entre los miembros de la familia, marcar los límites y fomentar la paciencia.
5. Dividir las tareas de los padres, de tal manera que no se vean afectadas las horas de trabajo y las de convivencia con los hijos.
6. El afecto, la identidad, la protección, la salud, la educación y los valores morales deben fortalecerse en estos meses de confinamiento. Con el transcurrir del tiempo, estos aspectos se profundizarán o se darán prioridad a otros.
“Debido al contexto, las familias afrontan problemas en temas económicos, de educación, de formación y de reforzamiento de los valores morales. Creo que siempre hemos vivido con metas sobre la base de alcanzar un bienestar material. Es bueno tener bienes, pero más importantes son la familia y los hijos, comprenderlos, comunicarse más cara a cara, enseñarles con el ejemplo que la verdad te libera de la incertidumbre, te aproxima al prójimo y a la felicidad. El respeto te abre muchas puertas y te da valor como persona”, señala el magister Carlos Huamán.
Los cambios generacionales han influenciado el rol educativo de las familias. Con el trascurrir de los años y la necesidad económica, las nuevas familias se fueron perfilando hacia tener mayores ingresos por parte de los padres y dejar la responsabilidad de los hijos a los abuelos, los tíos u otra persona de confianza. El confinamiento ha brindado la oportunidad de fortalecer los vínculos familiares, valorar a los parientes y respetar la vida.
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