Por: Manuel Mayorga Espichán, director nacional de la Facultad de Salud UPN y médico especialista en cuidados intensivos. Es importante considerar el ratio internacional aceptado para resguardar la calidad de atención y seguridad de los pacientes: un médico puede atender no más de 6 pacientes a la vez.
Por: Manuel Mayorga Espichán, director nacional de la Facultad de Salud UPN y médico especialista en cuidados intensivos.
En el esfuerzo nacional liderado por el MINSA para responder a la amenaza del COVID-19 es crucial contar con el recurso humano en la cantidad y calidad requeridas. Los especialistas en la atención del paciente crítico que requiere ser asistido con un respirador se llaman “intensivistas”. Formar un especialista en Medicina Intensiva toma no menos de 12 años (8 años en el caso de Enfermería) entre los estudios de pregrado, internado, SERUMS y el residentado.
Según información recogida de la sociedad científica que los agrupa, en estos momentos están registrados alrededor de 700 médicos y 2,000 enfermeras intensivistas a nivel nacional. A este número debemos descontar el personal que ya no realiza labor asistencial y está dedicado a la docencia, investigación o gestión. Adicionalmente debemos excluir a los mayores de 60 años, los que tienen alguna enfermedad crónica de alto riesgo y los que ya se infectaron con el COVID-19 y sumarle los que enfermarán por estar en la primera línea de batalla.
Es importante considerar el ratio internacional aceptado para resguardar la calidad de atención y seguridad de los pacientes: un médico puede atender no más de 6 pacientes a la vez y una enfermera no más de dos. El otro elemento que debemos considerar es la programación de turnos de trabajo y el resguardo de la seguridad de sus familias. La preocupación actual de estos profesionales es la posibilidad de contagiar a sus seres queridos, al punto que muchos de ellos se han aislado voluntariamente dentro de su propio domicilio.
Una alternativa podría ser un esquema de trabajo en bloques: 9 turnos de 24h, seguidos de 14 días de cuarentena (podría ser en una torre especialmente habilitada en la Villa Olímpica) y 7 días de descanso en familia, luego de tener la certeza de una prueba molecular negativa antes de dejar la cuarentena.
También es importante considerar que los médicos y enfermeras intensivistas que trabajan en las clínicas privadas son los mismos del sector público, por lo tanto, es muy probable que los establecimientos de salud privados se queden sin especialistas en el pico de la epidemia. Una forma de resolver parcialmente este problema sería la contratación inmediata de los residentes de último año de la especialidad y disponer con profesionales de otras especialidades relacionadas (emergenciólogos, anestesiólogos, neumólogos, internistas) pero con experiencia o entrenamiento en ventilación mecánica.
La Sociedad Peruana de Medicina Intensiva (SOPEMI) puede aportar con cursos a distancia (sincrónicos y/o asincrónicos) estructurados, como el Fundamental Critical Care Support (FCCS). Este grupo de no especialistas podría estar a cargo de los pacientes que requieran ventilación mecánica convencional fuera de la UCI, con la supervisión remota de un intensivista senior.
La frase “nunca tantos le debieron tanto a tan pocos” del discurso de Winston Churchill luego de la batalla de Inglaterra, bien puede aplicarse a los que en este momento se encuentran en la primera línea, dispuestos a sacrificar sus más preciados tesoros: salud, vida y familia; por el bienestar de todos nosotros.
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