Por: Manuel Mayorga Espichán, director nacional de la Facultad de Salud UPN y médico especialista en cuidados intensivos. La pandemia actual nos está dando la oportunidad de presenciar, en tiempo real, la veloz construcción de nuevos conocimiento
Por: Manuel Mayorga Espichán, director nacional de la Facultad de Salud UPN y médico especialista en cuidados intensivos.
La pandemia actual nos está dando la oportunidad de presenciar, en tiempo real, la veloz construcción de nuevos conocimientos. A diario, la información es compartida rápidamente por la comunidad científica e incorporada de manera inmediata en los protocolos de atención de nuestros pacientes.
Una de las observaciones basada en la reciente experiencia asiática y europea, es que un grupo muy importante de pacientes COVID graves no tiene una relación proporcional entre la severidad de la hipoxemia (disminución de oxígeno en la sangre) y las manifestaciones clínicas de insuficiencia respiratoria. Esta disociación se manifiesta al hecho que muchos pacientes con un nivel muy bajo de oxigenación arterial, no se encuentran comprometidos en su condición clínica. Se esperaría encontrar a una persona con niveles de desorientación, confusión, somnolencia, sopor y un gran trabajo respiratorio (incremento de la profundidad y frecuencia respiratoria, uso de músculos accesorios, palidez, sudoración y aumento del ritmo cardiaco). Sin embargo, a muchos de estos pacientes los encontramos despiertos, lúcidos, incluso conversando por teléfono con sus familiares.
Estos hallazgos tienen una doble connotación práctica en la estrategia de atención de los casos hospitalarios. Por un lado, la importancia de usar el oxímetro de pulso un dispositivo utilizado para la detección precoz de los casos graves, a fin de vigilarlos de manera cercana y continua. Por otro lado, nos da la posibilidad de contar con una “ventana de oportunidad” antes de intubarlos para evitar que lleguen a la UCI, donde la mortalidad es extremadamente alta (en muchos casos cercana al 100%).
¿Qué podemos hacer entonces en este periodo de ventana pre-UCI? Además del uso de esteroides para modular la respuesta inflamatoria, heparinas para contrarrestar la respuesta procoagulante y la prescripción de medicamentos específicos que reducen la carga viral (hicrocloroquina y azitromicina), los casos graves pueden ser manejados con procedimientos no invasivos fuera de la UCI, como la cánula de oxígeno de alto flujo, ventilación no invasiva (BiPAP) e incluso el sencillo CPAP usado en el tratamiento del Apnea del Sueño; los cuales no requieren que el paciente sea intubado o admitido a una UCI. Incluso existe un CPAP COVID diseñado por la University College London y aprobado para su uso por el National Health Service (NHS) de Inglaterra y cuya producción se puede masificar rápidamente.
En general, la estrategia propuesta es la de evitar que los pacientes sean admitidos a la UCI, especialmente ahora que las camas y ventiladores UCI COVID se nos están agotando.
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