Para evitar el riesgo de infecciones por bacterias se recomienda cambiar constantemente las bolsas o cartuchos de los dispensadores y no reutilizarlos.
Los jabones líquidos contenidos en los dispensadores de uso público pueden ser foco de infecciones si sus bolsas o cartuchos no son cambiados constantemente, confirma una investigación de la Universidad de Arizona Estados Unidos.
Según recoge elmundo.es son varios los estudios que han documentado la contaminación de los jabones líquidos contenidos en los dispensadores a granel (aquellos en los que el jabón se va rellenando en un mismo depósito), tan frecuentes en los lugares públicos.
Los Centros de Control de Enfermedades (CDC, sus siglas en inglés) de Atlanta abordan este riesgo en la "Guía para la higiene de manos en los centros de salud", donde recomiendan no agregar jabón a los dispensadores cuando estén prácticamente vacíos: "Esta práctica puede contimanarlos", advierten.
Este riesgo se puede evitar usando los dispensadores que se recargan con bolsas o cartuchos y que, por lo general, incluyen una nueva boquilla. De esta forma, los restos de jabón que van quedando al fondo se tiran con cada nueva recarga, y no se amontonan en un mismo recipiente acumulando bacterias.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Arizona en Tucson (EEUU) acaba de presentar una nueva prueba de la contaminación de estos jabones en gel. Los científicos realizaron su trabajo de campo en un colegio, en el que descubrieron 14 dispensadores recargables de jabon contaminados.
Esta ha sido la primera vez que se ha podido determinar que las bacterias contenidas en el gel han contaminado las manos de los usuarios, en este caso los alumnos de la escuela.
"Estos resultados demuestran que lavarse con jabón contaminado de recipientes dispensadores rellenables puede aumentar el número de patógenos oportunistas en las manos y desempeñar un papel en la transmisión de bacterias en entornos públicos", concluyen los autores del citado estudio.
Desde la OMS aseguran que, para lavarse las manos correctamente, son necesarios entre 40 y 60 segundos (un tiempo que puede parecer excesivo en lugares con una correcta higiene), frotándose tanto las palmas de las manos como los dorsos y las puntas de los dedos.
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