Un padre o madre de familia debe enfocarse en el interés de las partes para solucionar un conflicto, es así como se debe negociar.
Nuestra vida es un ejercicio de elección continua. Si reflexionáramos un momento sobre las decisiones que tomamos en un día, nos sorprendería la extensión del listado. Por ello, y porque las decisiones que tomamos afectan a otros, es inevitable que surjan los conflictos con frecuencia.
En esta ocasión vamos a desarrollar una estrategia de solución y de comunicación que puede, en definitiva, enriquecer la vida familiar.
Sin duda alguna, para la resolución de un conflicto, deben haber dos partes en disputa, con dos historias diferentes, vistas desde su propia óptica. Los especialistas en manejo de conflictos aseguran que la mitad del conflicto va por buen camino si se logra valorar el punto de vista del otro, o sea, del “contrincante”. Un término que nos ayuda a comprender mejor esta posición es lo que William Ury (2002) denomina El tercer Lado Interior, que quiere decir “la capacidad para escuchar al otro lado y demostrar empatía; es el impulso de respetar las necesidades humanas básicas de todas las personas”.
Por ejemplo:
Dos hermanos pelean porque ambos quieren ver televisión, solo hay un aparato en casa y sus programas favoritos se transmiten a la misma hora. Generalmente lo que un padre hace es beneficiar al hermano menor, generando resentimiento en el mayor. En este ejemplo, existe una relación GANAR - PERDER en el conflicto, cuando en realidad lo que se debe buscar es una relación es el GANAR – GANAR. Un padre o madre de familia debe enfocarse en el interés de las partes para solucionar un conflicto, es así como se debe negociar.
Cada niño desea ver televisión (interés) pero es imposible que vean su programa favorito al mismo tiempo. Necesitan dialogar para solucionar, pero de la mano con un mediador, en este caso Papá o Mamá. Es fundamental que el mediador despierte la resistencia interior a la violencia en las partes, para que busquen soluciones a sus conflictos.
Antes de que haya una relación PERDER- PERDER y ambos hermanos no vean televisión, debemos apelar a lo que los niños sienten. Es por eso que hay que preguntarles:
- Luis, define por favor el problema según tu hermano Juan.
- Juan, define por favor el problema según tu hermano Luis.
Con estas preguntas estamos poniendo a cada niño en la posición del otro niño, desarrollando empatía, ingrediente fundamental para la solución del conflicto.
- Luis, ¿cómo crees que se siente Juan con este problema?
- Juan, ¿cómo crees que se siente Luis con este problema?
Aquí la comunicación cambió, pues las preguntan hacen que un niño valore las emociones del otro, quiere decir que estamos colocando el conflicto en términos objetivos, dejando la personalización. Esto es fundamental ya que rescatamos a ambas partes y preparamos el escenario para construir una tercera historia, en donde ambas partes sean protagonistas.
- Luis, ¿cómo crees que Juan podría resolver este problema del televisor?
- Juan, ¿cómo crees que Luis podría resolver este problema del televisor?
De nuevo, son los niños quienes están resolviendo, el adulto solo media en el conflicto, ya que si el problema es entre niños, la solución debe surgir de ellos (excepto cuando no la logran identificar).
En ocasiones el conflicto surge no entre niños, sino entre el padre y el niño o adolescente. Esta propuesta de resolución de conflictos es adaptable a dicha situación. Sin embargo, es recomendable que no se aplique con niños menores de 8 años ya que las preguntas podrían ser confusas para ellos (es mejor plantear con ellos preguntas más lineales y simples).
Otras recomendaciones en la resolución de conflictos con niños y adolescentes:
• Aprenda a manejar sus emociones, cultivarse en una técnica de relajación es fundamental
• Utilice siempre un lenguaje positivo y constructivo
• Poner castigos enojado nunca es bueno
• Dar un castigo que pueda ser cumplido
• Establezca un vínculo con su hijo (le va a hacer más caso)
• Mantenga un diálogo directo, las suposiciones acaban siempre en malos entendidos
• Trabaje en equipo con su pareja
• Responsabilice a su hijo por sus conductas y las consecuencias que derivan de ellas
El vínculo con nuestros hijos se construye a través del diálogo, ¡siembra diálogo en ellos y recibirá cosechas extraordinarias!
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