Muchas veces intentamos inconscientemente llenar vacíos y compensar frustraciones mediante actitudes que se tornan riesgosas para la salud, ya que pudieran decantar en una adicción o abuso de sustancias perjudiciales tanto para salud como para nuestro contexto familiar.
La crisis de la pandemia actual y la situación de aislamiento social inteligente nos confronta a la soledad, el vacío y la frustración por ver muchos planes pospuestos e incertidumbre por el futuro; son situaciones en la que muchas veces las personas recurren a la estrategia de la gratificación.
Pero, ¿es malo gratificarnos? Si bien la gratificación no es perjudicial en sí misma, tenemos que estar atentos si esta genera daño a terceros o a uno mismo. No es igual gratificarse ocasionalmente con una copa de bebida alcohólica que beber todas las noches hasta el punto de la inconsciencia, lo que puede comenzar como un gusto para escapar de la realidad, puede acabar como una dependencia de difícil retorno y de fuerte impacto en nuestro núcleo familiar y social, llegando a perder el control de sus actos al encontrarse con los excesos que se instalan por una situación prolongada de confinamiento.
¿Por qué buscamos gratificarnos?
Muchas veces intentamos inconscientemente llenar vacíos y compensar frustraciones mediante actitudes que se tornan riesgosas para la salud, ya que pudieran decantar en una adicción o abuso de sustancias perjudiciales tanto para salud como para nuestro contexto familiar.
A este punto, se estarán preguntando, ¿por qué las personas buscan el alcohol y no otras formas más creativas y menos dañinas de gratificarse? La sustancia dañina elegida tendrá que ver con elecciones pasadas que les generaron placer momentáneo y por lo tanto las personas buscan volver a repetir esa experiencia sin tomar en cuenta los efectos colaterales que les puedan acarrear.
Por decirlo de otra manera, es la forma más rápida para calmar lo que sienten pero también la más ineficiente porque no la estarían resolviendo sino más bien colocando “una especie de anestesia” y sumando un problema más.
Otra conducta nociva en estos días suele ser la violencia, como respuesta impulsiva frente al malestar generalizado que esta situación ha instalado. Conducta que de ninguna manera debe ser aceptada.
Y finalmente, ¿cómo podemos prevenir estos excesos que pueden poner en riesgo nuestra salud?:
1. Ser consciente de lo que nos ocurre y lo que nos lleva a consumir estas sustancias.
2. Comunicárselo a alguna persona cercana para que nos pueda ayudar cuando queremos recurrir a ellas o nos pone ansiosos alguna situación.
3. Pensar en formas más creativas de calmar lo que nos incomoda o duele y encontrar actividades que nos permitan relajarnos.
4. Si este deseo en exceso por beber alcohol continúa, busque ayuda profesional de inmediato.
Recordemos que cada acción que tomemos para superar un exceso o adicción, impactará positivamente en nuestras familias y vida a futuro. Apostemos por nuestro cuidado y bienestar.
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