En octubre de 1985, The Academy of Management Review publicaba el artículo de John Betton and Gregory G. Dess titulado “The Application of Population Ecology Models to the Study of Organizations”, el cual se convirtió en uno de los referentes para entender la dinámica de las empresas en entornos de incertidumbre a través de los procesos ecológicos. Esto me permitirá explicarles en esta columna los factores a considerar a la hora de plantearse el cierre temporal de su empresa.
La empresa de hoy en día se enfrenta a contextos de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (condiciones VUCA). Ante los cambios constantes que supone la adaptación a una nueva realidad surge el primer interrogante: ¿Es capaz la empresa de adaptarse a las nuevas circunstancias?
Por supuesto que todas las empresas no se ven afectadas por igual, mientras que unas se ven perjudicadas, otras encuentran nuevas oportunidades de negocio de forma inesperada, fruto de nuevas necesidades o funcionalidades que es posible incorporar.
El grado de creatividad e innovación organizativa se vuelven fundamentales para revertir la senda de decrecimiento en el ciclo de vida organizativo. Pero el entorno o medioambiente, como se le denomina por analogía respecto a la teoría de selección natural de Charles Darwin, es el que va a determinar la permanencia de la organización en un proceso de selección caracterizado por la supervivencia de los negocios con formas de trabajo más eficientes para adaptarse a recursos (en este caso clientes) escasos; dándose lugar a un efecto inesperado que, al igual que ocurre en la naturaleza, a medida que los competidores desaparecen nuestra posición puede verse reforzada.
La inercia estructural se está convirtiendo, sin lugar a dudas, en uno de los aspectos que está influyendo negativamente en la capacidad de “adaptación al entorno de las grandes empresas”. Este concepto está referido a la tendencia de una organización y de los individuos que la componen, e implica modificar su forma de trabajo cambiando así la senda por la que circulan.
Precisamente, muchas empresas se están encontrando con esta disyuntiva. En unos casos, motivada por los costes laborales asociados al padecimiento de la enfermedad cuando es contraída por los colaboradores; en otros, por el temor a que sus gestores se contagien sin poder negociar con los colaboradores formas que permitan garantizar su protección, a pesar de los costes asociados a los medios de protección. Por lo que están decidiendo echar el cerrojo temporalmente.
Como resultado, estas empresas corren el riesgo de hacer desaparecer de un plumazo la fidelización de sus clientes, pues estos al encontrarse sin proveedores pierden la percepción de riesgo al cambio y se aventuran a encontrar quien los sustituya, dando lugar a una nueva relación de colaboración que puede generar nuevos lazos de fidelización difíciles de superar.
En definitiva, la empresa corre el riesgo de perder su posición competitiva como consecuencia de una desacertada estrategia en un mercado con oferentes a la expectativa de cubrir los nichos que sean abandonados.
Tal y como fuera reflejado en un artículo publicado en 2018 en la “Revista Internacional de Gestión del Conocimiento y la Tecnología”, el gap tecnológico supone un desafío importante a afrontar en el Perú por parte de las empresas. Hoy en día y, tras meses de encierro y la incorporación de restricciones para el funcionamiento, una multitud de negocios han visto esta como una de las pocas alternativas de mantenimiento de la actividad.
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