El nutricionista español Jaime Brugos considera que el consumo de productos sin grasa produce un "inexplicable" empobrecimiento de la calidad del semen.
El descenso de la natalidad es un fenómeno preocupante en todos los países desarrollados y los productos sin grasa pueden ser uno de los factores que influyen en esa tendencia, según el médico nutricionista español Jaime Brugos.
Brugos afirmó Efe en Miami, donde tiene previsto dictar hoy una conferencia, que se ha tratado de explicar el descenso de la natalidad por los cambios de costumbres culturales y sexuales, métodos anticonceptivos y dificultades económicas de las parejas, pero ninguna de esas cuestiones explica el empeoramiento de la calidad del semen ni la pérdida de fertilidad de las mujeres.
Los demógrafos sitúan en 2,10 el número mínimo de hijos por mujer para que se produzca el relevo generacional, algo que está en peligro en países desarrollados como España, Japón, Italia o Alemania, entre otros, mientras que en Estados Unidos el aumento de la población se produce por el permanente flujo migratorio.
Brugos considera que la clave se encuentra en la abundante oferta de productos sin grasa, ya que desde que comenzaron a aparecer este tipo de productos se ha ido produciendo un aumento extraordinario de las dificultades de las mujeres en edad fértil para quedar embarazadas, así como un "inexplicable" empobrecimiento de la calidad del semen en los varones jóvenes del mundo desarrollado.
Autor del libro "Isodieta", el nutricionista español explicó que su teoría se basa en el hecho de que las hormonas sexuales, tanto masculinas como femeninas, se sintetizan a partir de grasas y colesterol.
Ello explicaría lo que suele suceder con deportistas sometidos a dietas demasiado bajas en grasas, que sufren una disminución de los niveles de testosterona en el caso de los hombres y la interrupción de la menstruación en las mujeres.
Según Brugos, la aparición de la leche desnatada y de otros productos a los que se les ha extraído la grasa puede estar detrás de los problemas de muchas parejas para concebir, además de otras complicaciones de salud.
Brugos recuerda, en ese sentido, que la leche materna tiene mayor proporción de grasa que la leche de vaca.
"Una dieta excesivamente baja en grasas, que frecuentemente también es baja en proteínas, predispone a sufrir falta de elasticidad e impermeabilidad de la piel, varices, estrías, hemorroides, hernias y lesiones musculares, disminución de la producción hormonal y una reducción del tono muscular y orgánico", agregó.
En defensa de las propiedades de las grasas, Brugos indicó que las grasas y las proteínas se consideran "esenciales" (aminoácidos y ácidos grasos esenciales), porque "son fundamentales para la regeneración celular".
"Nuestro cuerpo es incapaz de producirlas por lo que necesitamos recibirlas de los alimentos", subrayó.
A las personas sedentarias que quieren perder peso, les aconsejó reducir la ingesta de azúcares y otros carbohidratos para poder incluir en su dieta la cantidad necesaria de grasas y proteínas, sin aumentar la ingesta de calorías.
Además de la crítica a los alimentos bajos en grasas, Brugos cuestiona también el diseño de la pirámide de los alimentos, publicada por el gobierno de Estados Unidos, por recomendar la misma proporción de carbohidratos para personas delgadas y muy activas que para otras obesas y sedentarias.
Según Brugos, este es uno de los motivos del alarmante incremento de los índices de obesidad en Estados Unidos y de cada uno de cada tres niños sufra ya de sobrepeso en el país.
EFE
Brugos afirmó Efe en Miami, donde tiene previsto dictar hoy una conferencia, que se ha tratado de explicar el descenso de la natalidad por los cambios de costumbres culturales y sexuales, métodos anticonceptivos y dificultades económicas de las parejas, pero ninguna de esas cuestiones explica el empeoramiento de la calidad del semen ni la pérdida de fertilidad de las mujeres.
Los demógrafos sitúan en 2,10 el número mínimo de hijos por mujer para que se produzca el relevo generacional, algo que está en peligro en países desarrollados como España, Japón, Italia o Alemania, entre otros, mientras que en Estados Unidos el aumento de la población se produce por el permanente flujo migratorio.
Brugos considera que la clave se encuentra en la abundante oferta de productos sin grasa, ya que desde que comenzaron a aparecer este tipo de productos se ha ido produciendo un aumento extraordinario de las dificultades de las mujeres en edad fértil para quedar embarazadas, así como un "inexplicable" empobrecimiento de la calidad del semen en los varones jóvenes del mundo desarrollado.
Autor del libro "Isodieta", el nutricionista español explicó que su teoría se basa en el hecho de que las hormonas sexuales, tanto masculinas como femeninas, se sintetizan a partir de grasas y colesterol.
Ello explicaría lo que suele suceder con deportistas sometidos a dietas demasiado bajas en grasas, que sufren una disminución de los niveles de testosterona en el caso de los hombres y la interrupción de la menstruación en las mujeres.
Según Brugos, la aparición de la leche desnatada y de otros productos a los que se les ha extraído la grasa puede estar detrás de los problemas de muchas parejas para concebir, además de otras complicaciones de salud.
Brugos recuerda, en ese sentido, que la leche materna tiene mayor proporción de grasa que la leche de vaca.
"Una dieta excesivamente baja en grasas, que frecuentemente también es baja en proteínas, predispone a sufrir falta de elasticidad e impermeabilidad de la piel, varices, estrías, hemorroides, hernias y lesiones musculares, disminución de la producción hormonal y una reducción del tono muscular y orgánico", agregó.
En defensa de las propiedades de las grasas, Brugos indicó que las grasas y las proteínas se consideran "esenciales" (aminoácidos y ácidos grasos esenciales), porque "son fundamentales para la regeneración celular".
"Nuestro cuerpo es incapaz de producirlas por lo que necesitamos recibirlas de los alimentos", subrayó.
A las personas sedentarias que quieren perder peso, les aconsejó reducir la ingesta de azúcares y otros carbohidratos para poder incluir en su dieta la cantidad necesaria de grasas y proteínas, sin aumentar la ingesta de calorías.
Además de la crítica a los alimentos bajos en grasas, Brugos cuestiona también el diseño de la pirámide de los alimentos, publicada por el gobierno de Estados Unidos, por recomendar la misma proporción de carbohidratos para personas delgadas y muy activas que para otras obesas y sedentarias.
Según Brugos, este es uno de los motivos del alarmante incremento de los índices de obesidad en Estados Unidos y de cada uno de cada tres niños sufra ya de sobrepeso en el país.
EFE
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