La Asociación Estadounidense del Corazón actualizó sus recomendaciones sobre el descanso y presentó siete factores esenciales que determinan si un sueño es realmente saludable, entre ellos la continuidad del sueño, la regularidad de los horarios y la arquitectura del sueño.
En los últimos años, el sueño ha pasado a ser reconocido como uno de los pilares fundamentales para una buena salud. De hecho, en 2022, la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) incluyó el buen dormir dentro de lo que denominó los ocho pilares de la salud. Estos abarcan: llevar una alimentación saludable, realizar actividad física con regularidad, evitar el consumo de cigarrillos, mantener un índice de masa corporal adecuado, cuidar los niveles de colesterol, controlar la glucosa en sangre, mantener una presión arterial estable y, por supuesto, dormir bien.
En aquel momento, la Asociación Estadounidense del Corazón señaló que la única característica considerada respecto a la calidad del sueño era su duración, recomendando dormir entre siete y ocho horas por noche. No obstante, en un informe más reciente publicado este año, la AHA ha actualizado sus recomendaciones y presentó una lista con siete claves para lograr un sueño saludable, ampliando así la visión sobre la importancia del descanso en el bienestar general:
1. Duración del sueño. La cantidad ideal de sueño debe estar entre siete y ocho horas por noche. Dormir menos de ese tiempo se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, hipertensión y síndrome metabólico.
2. Continuidad del descanso. El sueño debe ser continuo y sin interrupciones frecuentes. Despertares nocturnos repetidos o condiciones como la apnea obstructiva del sueño aumentan el riesgo de fibrilación auricular, infarto de miocardio, hipertensión arterial y resistencia a la insulina.
3. Horario de ir a dormir. Acostarse demasiado tarde, especialmente a partir de la medianoche, puede tener consecuencias negativas. Estudios indican que este hábito está vinculado con un mayor riesgo de obesidad, resistencia a la insulina e hipertensión.
4. Regularidad del sueño. Es fundamental mantener un horario de sueño constante durante toda la semana, incluidos los fines de semana. El jetlag social, que ocurre cuando el sueño varía entre los días laborales y los fines de semana, se asocia con un aumento del riesgo de obesidad, enfermedades cardiovasculares y presión arterial alta.
5. Funcionamiento diurno. Esta clave se refiere a cómo se siente la persona al despertar y cómo funciona durante el día. Un sueño de calidad debería permitir un buen nivel de energía, concentración y bienestar al día siguiente.
6. Arquitectura del sueño. El sueño está compuesto por distintas fases, como el sueño REM y no REM. La alteración de estas etapas, por interrupciones o trastornos, puede tener un impacto negativo en el metabolismo y otros procesos fisiológicos esenciales.
7. Ausencia de trastornos del sueño. Para que el descanso sea realmente reparador, es importante no padecer trastornos como la apnea del sueño, el sonambulismo o el síndrome de piernas inquietas, ya que estos pueden deteriorar significativamente la calidad del sueño y, en consecuencia, la salud.
No cumplir con estas siete claves puede tener consecuencias notables en el día a día de una persona. Entre los efectos más comunes se encuentran la somnolencia constante, el cansancio persistente, los bostezos frecuentes y la necesidad de tomar más de una siesta a lo largo del día. Además, el informe advierte que una mala calidad del sueño no solo afecta el rendimiento diario, sino que también puede tener un impacto profundo en la salud en general, siendo especialmente perjudicial para la salud cardiovascular.
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