La calidad del aire es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos. Entre las causas que impactan en la mala calidad del aire resalta el parque automotor sin renovación, la baja calidad de combustibles, el comercio ambulatorio y las malas prácticas al manejar contaminantes.
De acuerdo al mapa mundial del Índice de Calidad del Aire, que hace la medición en tiempo real, Lima enfrenta niveles "dañinos, muy dañinos y arriesgados" para la salud, principalmente en niños y adultos con enfermedades respiratorias.
“Uno de cada dos limeños respira aire contaminado, y los distritos con el nivel de contaminación más alto son Ate, San Juan de Lurigancho, Comas y Carabayllo, donde sus habitantes respiran una calidad del aire calificada como mala, es decir que casi la mitad de la población respirará aire que supera el estándar de calidad ambiental”, señaló Eric Concepción, vocero de la iniciativa Juntos por el Medio Ambiente.
Esta información se confirma con los reportes de las estaciones de monitoreo del SENAHMI que pronostican la calidad del aire en diversas zonas de Lima, y que coincide con los recientes informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que indica que Lima es una de las ciudades con el aire más contaminado de Latinoamérica.
“El responsable de la contaminación ambiental en Lima lo genera en un 70% la polución del parque vehicular obsoleto junto a la mala calidad de los combustibles. El otro 30% lo ocasiona el comercio (ambulantes que arrojan la basura en la vía pública, chimeneas de restaurantes) y las malas prácticas ciudadanas, así como la falta de una cultura de reciclaje”, recalcó Concepción.
Cabe destacar que en la actualidad más del 50% del parque vehicular posee 15 o más años de antigüedad, y la mayoría de los combustibles son contaminantes. Por ejemplo, el gasohol contiene azufre, benceno, aromáticos y aditivos como el manganeso, y no está siendo regulado adecuadamente. Ambos son factores contribuyen al deterioro de la calidad del aire y genera un impacto negativo en la salud pública.
Este escenario puede ocasionar graves enfermedades en la salud pública, pero principalmente las que afectan a las vías respiratorias como el asma y una serie de alergias respiratorias como la rinitis, la faringitis, la rinofaringitis y la amigdalitis, así como neumonía, bronquitis, fibrosis pulmonar e incluso el cáncer.
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