Las personas con victimismo crónico arman estrategias para siempre hallar a un culpable. Pueden caer en comportamientos agresivos.
La culpa es esa ‘papa caliente’ que nadie quiere tener entre las manos, por eso algunas personas desarrollan consciente o inconscientemente la tendencia a siempre colocarse en el papel de víctima.
Victimismo crónico
Esta actitud ante la vida se da porque algunos saben sacarle beneficios. “El victimario es pasible del castigo, del repudio, del rechazo y la crítica. En cambio la víctima es pasible del consuelo, del resarcimiento y de la protección. Ante esta forma de actuar, en la sociedad prefieren el rol de víctima, porque así logran consuelo”, explica el médico psiquiatra Humberto Castillo.
Una persona puede vivir así permanentemente, a menos que caiga en cuenta de que se está conformando con poco y que la compensación no tiene valor a largo plazo.
Pero, ¿quiénes pueden caer en el círculo vicioso del victimismo? “Usualmente son gente que en su infancia ha tenido poco afecto, poco reconocimiento. Han sido objeto de rechazo, abuso y no han encontrado forma de lograr satisfacción a través del éxito”, dice el especialista.
Además, son más propensos aquellos que presentan depresión crónica, trastornos de personalidad o tienen inmadurez emocional.
Recurren a una estrategia
A veces la victimización da resultado y se valen de la manipulación emocional y el chantaje para ir escalando en los objetivos propuestos, aunque esto linda con rasgos psicopáticos.
Pero estar eternamente lamentándose y buscar culpables, cansa. “Tiene que exponerse a una forma de abuso o maltrato en el presente, para de alguna manera cobrar un beneficio como víctima”.
Ellos siempre tratan de voltear la historia para hallar a un supuesto único culpable. “Generalmente se va culpando a los que tienen menos poder, a los que no se pueden defender o a los que la sociedad los ha considerado culpables de todo”.
¿Cómo salir de esto?
El primer paso es darse cuenta de que existe un problema, conversar con alguien a quien le tenga confianza, por respeto o porque reconoce su liderazgo. También puede recurrir a la ayuda especializada de un psicólogo, y si eso no funciona acudir con un psiquiatra, ya que la víctima crónica podría tener un problema depresivo o trastorno de personalidad que requiera tratamiento.
Según Castillo, la persona por sí misma se pueda dar cuenta de que a la larga ese papel de víctima solo la estanca y la lleva a desarrollar sentimientos negativos como el resentimiento y la ira. “Se dan cuenta de que obtienen ganancia en forma de consuelo y compasión, pero solo los calma por un rato…tienen la alternativa del empoderamiento, de hacerse más seguros, autónomos e independientes”.
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