Ese sentimiento de rechazo a una persona que apenas has visto, tiene una explicación.
Es muy probable que más de una vez haz sentido rechazo o recelo por alguna persona sin siquiera haberla conocido, esa primera impresión frenó toda posibilidad de acercamiento, aún si el resto de tus amigos congenió sin ningún problema. ¿Por qué reaccionamos así?
Una vez más el cerebro tiene la explicación a esta duda que posiblemente hemos dejado pasar por alto, pero que la ciencia ha investigado con el afán de dar respuestas. Se trata de la amígdala, esa región donde se produce el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales rápidas acerca de otras personas.
“La amígdala humana responde a las primeras impresiones de la gente como cuando son juzgadas por sus caras", dice un estudio realizado por la Universidad de Toronto (Canadá). Para dar con esos resultados, los investigadores examinaron las respuestas cerebrales a los rostros de Directores Ejecutivos (CEOs).
"Una mayor respuesta de la amígdala izquierda a las caras de los CEOs se asoció con una mayor puntuación sobre la capacidad de liderazgo. Además, una mayor respuesta de la amígdala izquierda también se asoció con mayores beneficios obtenidos por las empresas de los CEOs", según la investigación.
Daniel Goleman, el padre de la inteligencia emocional, también defiende que en la amígdala es donde se da una señal de alerta, asociado a su vez a un instinto de supervivencia frente a posibles situaciones de riesgo o amenaza.
Pero, de acuerdo a otro estudio publicado en Nature neuroscience, si bien podemos formarnos ideas rápidas sobre gente desconocida, siempre se puede cambiar de opinión si se produce un encuentro.
Y, ¿Qué dirías si detrás esos anticuerpos está el rechazo a actitudes propias que tú mismo desapruebas? Pues una investigación de la Universidad de Wake Forest (Estados Unidos), sostiene que las percepciones de los demás revelan mucho sobre la personalidad de uno mismo.
"El nivel de negatividad que el evaluador emplea al describir a la otra persona puede indicar que la otra persona tiene características negativas, pero también puede ser una indicación de que el evaluador es infeliz, desagradable, neurótico o tiene otros rasgos de personalidad negativos", dicen los autores.
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