La necesidad de ser amada o amado no tendría por qué generar dependencia, ésta, más bien, se relaciona con otros factores como por ejemplo la baja autoestima, que genera la adicción hacia la otra persona y la pérdida de autonomía.
Las adicciones pueden darse en torno al consumo de drogas, fármacos, alcohol, internet, juego, e inclusive al trabajo, pero también existe una adicción a la que no se le toma la debida importancia a pesar que la padecen muchos adolescentes y jóvenes, se trata de los amores tóxicos.
Las relaciones de pareja también se pueden vivir como una adicción, por eso es que las dependencias afectivas son un motivo muy común de consulta psicológica. Walter Riso, escritor y psicólogo, especialista en psicología cognitiva, nos cuenta que las personas asociales que inician estas relaciones traen consigo una historia familiar patológica. “Son personalidades abusadoras que piensan que el de carácter más débil se merece el maltrato al que le someten, creen que deben dominarles, y cuando la víctima se revela, se indignan y atacan.”, sostiene el psicólogo.
Los amores tóxicos tienen como consecuencia más grave la violencia física y psicológica, y estos amores, son cada vez más frecuentes en las relaciones de adolescentes y jóvenes. ¿Cuándo se convierte una relación en una adicción tóxica? Principalmente, cuando uno de los integrantes, o ambos, se ven sometidos a un gran desgaste por tratar de sostener la relación. Muchas personas, en este momento, confunden el concepto de amor y piensan que deben hacer todo lo posible para estar con la pareja, a pesar de que ésta pueda causarle daño. Sin embargo, la sensación de bienestar que puede proporcionar en escasos momentos es muy efímera ya que este tipo de vínculos provoca más insatisfacción que felicidad.
“Una relación tóxica es aquella en la cual una o las dos personas sufren mucho más de lo que experimentan felicidad y placer estando juntas”, explica la psicóloga Evangelina Aronne, y especialista en Liderazgo Personal.
El adicto a estas relaciones tóxicas carece de referentes significativos, siente inseguridad, incertidumbre, no tiene incentivos y cuenta con un vacío que no le permite hacerse valer como persona autónoma e independiente. Estas personas, muchas veces, terminan por desarrollar comportamientos y actitudes agresivas y manipuladoras, con tal de seguir con la persona que creen amar.
La dependencia hacia otra persona nunca es la mejor opción, cada uno debe ser capaz de defender sus puntos de vistas, opiniones, creencias y manera de ver las cosas. La autonomía e independencia no puede perderse cuando uno inicia una relación, al contrario, debe ser apoyada y animada por la pareja.
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