La anemia puede afectar el desarrollo físico, motor, mental y neurológico de los más pequeños, afectando su rendimiento escolar y la reducción de su capacidad física e intelectual.
En la actualidad, la anemia en niños menores de tres años es un problema de salud pública en el Perú y el mundo. Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) en el 2019 esta enfermedad afectó al 40.1% de los niños y niñas de 6 a 36 meses de edad en nuestro país.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta afección se produce principalmente por una dieta pobre en hierro, un mineral necesario para el crecimiento y que el cuerpo utiliza para fabricar proteínas presentes en la sangre, encargadas de transportar oxígeno a todo nuestro organismo para que funcione correctamente.
Por ello, es relevante recordar que el hierro se encuentra naturalmente presente en los alimentos y se puede obtener las cantidades recomendadas mediante el consumo de carnes magras, pescados, vísceras, cereales para el desayuno y panes fortificados con hierro, frijoles, lentejas, espinaca y algunos frutos secos.
De esta manera, incorporar estos alimentos a una dieta es esencial para prevenir y enfrentar la anemia, ya que sin un tratamiento adecuado puede causar trastornos en el desarrollo neurológico, en el aprendizaje y afectar el sistema inmunológico de los más pequeños.
¿Cuáles son los signos de anemia en niños y niñas?
Los síntomas de la anemia infantil varían según el nivel de severidad de la enfermedad; es decir, según la cantidad de glóbulos rojos en la sangre del menor. De acuerdo con el Ministerio de Salud, estos son cinco principales signos de alarma:
- Cansancio y palidez.
- Incremento de sueño.
- Pérdida de apetito.
- Irritabilidad
- Mareos
Sin embargo, cuando se trata de bebés, no es posible realizar una evaluación de síntomas concretos que puedan evolucionar a un cuadro de gravedad, solo es reconocible cuando presentan un aspecto pálido, frecuencia cardíaca acelerada, respiración acelerada e hipotensión arterial.
Por ello, para el manejo terapéutico y preventivo de la anemia en los niños menores de dos años, se debe recurrir desde los primeros meses a una revisión de antecedentes (si nació prematuramente y si la madre tuvo anemia antes o durante el embarazo) y a un tamizaje semestral (prueba de laboratorio que mide la cantidad de hemoglobina) a partir de los seis meses de nacido.
Asimismo, debemos recordar que los niños y niñas se encuentran en constante crecimiento físico. Por esta razón, pese a que la prueba de sangre es determinante para diagnosticar anemia, en niños más grandes es importante seguir la curva de crecimiento (estatura, peso y el tamaño de la cabeza) y analizar si existen enfermedades recurrentes pueden ayudar a detectar problemas de nutrición, además de la necesidad de visitar a un pediatra.
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