Como consecuencia de la emergencia sanitaria y la cuarentena subsiguiente, el sistema tributario ha sufrido un importante impacto que se debe tener en cuenta para reactivar la economía cumpliendo con las obligaciones tributarias.
Como se sabe, la mayoría de las empresas han paralizado parcial o totalmente sus actividades, por lo que necesitan un respiro para cubrir con sus obligaciones fiscales. El tiempo y el manejo adecuado de las finanzas es primordial para recuperarse.
La culminación –desde el 1 de julio pasado- del plazo de suspensión de la aplicación de multas y el reinicio de fiscalizaciones por parte de la SUNAT ya está agobiando a los sufridos contribuyentes.
Además, muchos profesionales de las áreas de Contabilidad aún no pueden acceder al 100% a sus oficinas y, consecuentemente a los documentos allí archivados. Además, muchas auditorías contable – financieras no han acabado y, como se sabe, son previas y necesarias para la correcta determinación del Impuesto a la Renta de 2019, cuyo plazo de pago vence en agosto.

Para paliar esta época de emergencia y, teniendo en cuenta el paraguas del artículo 1315 del Código Civil, es urgente reinventar las reglas fiscales tanto para la Administración como para el obligado, en aras de que se cobre lo justo y a quien realmente puede pagarlo. Lo que en derecho se llama “respeto a la capacidad contributiva”, que se vincula a la “no confiscatoriedad”, que está basado en el principio de igualdad.
Si una persona o empresa debe sacrificar sus recursos de mínima subsistencia para pagar sus tributos, el Estado estará generando una posible exacción a ese sujeto, es decir un cobro injusto y violento utilizando los mecanismos de fiscalización y sanción por morosidad.
Se deben de evitar contingencias innecesarias a los contribuyentes y eliminar las situaciones de evasión y elusión, pero siempre respetando los principios tributarios constitucionalizados del artículo 74° de la Carta Magna, aplicando normas acordes a nuestra realidad nacional.
Para los contribuyentes, esta de crisis ha devenido en un aprendizaje de prevenciones fiscales y en una toma de conciencia de la importancia de estar bien asesorados en materia tributaria, bajo una permanente actualización normativa. Es importante tener una actitud proactiva desde el interior de las empresas, lo cual exige una necesaria y permanente interrelación de áreas.
Se debe tener conciencia de que lo fiscal es una línea transversal que recorre las diversas áreas de una empresa como las de finanzas, recursos humanos, marketing, logística, etc.
Hay que reconocer que el Estado, si bien ha decretado medidas acertadas como las prórrogas a diversos pagos tributarios, existen temas que se deberían revisar, mejorar o perfeccionar para el ejercicio 2020, con extensión al 2021:
- Reglas del devengo en el IGV y pagos a cuenta del Impuesto a la Renta
- Sobrecostos excesivos
- Respeto al principio de “no discriminación
- Corrección a los sistemas tributarios y determinación de gastos
- Normativa sencilla y clara
- Correcciones en las pérdidas
- Evitar legislar bajo “anuncios
Como podemos apreciar, existen muchas lecciones aprendidas y otras por aprender. Hemos sugerido, desde nuestro modesto entender, algunos cambios p correcciones que consideramos necesarios en la materia fiscal.
Lo importante es buscar ese raro y fundamental equilibrio entre la pretensión de recaudar y la posibilidad de contribuir. La pandemia ha sacado a relucir una necesidad perentoria de equidad y de justicia en la relación a los parámetros jurídico – tributarios.
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