Finlandia, un país nórdico que comparte frontera con Rusia, es el nuevo miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Dicha alianza se fundamenta en una estrategia militar integrada, “atacas a un miembro, todos respondemos”. Aparte de este elemento condicional, ¿qué ha hecho atractiva la integración de países como Turquía, Grecia, además de países excomunistas de Europa del Este? Sin duda, el unirse a grandes potencias militares como Estados Unidos, Reino Unido y Unión Europea. Tener a estos países de socios militares puede ser un detrimento para querer invadir o atacar el espacio geográfico donde la OTAN tiene presencia e influencia.
Esta no ha sido la suerte de Ucrania, que quiso en algún momento ser parte de la Unión Europea, e incluso acceder a estar en la lista de espera de la OTAN. Ucrania quedó relegado a ser parte de una zona de “acolchonamiento” (o Buffer Zone, como se le denomina en inglés). Así las tensiones entre la OTAN y Rusia se liberaban, ya que ambos se comprometieron a no invadir, cosa que el último no cumplió.
Pero ahora la OTAN con un nuevo socio integrado ha ampliado su frontera física, alrededor de 800 millas que comparten Finlandia y Rusia. Esto ha puesto las alertas sobre un posible escalamiento militar en dicha zona fronteriza. Expertos señalan que sería muy arriesgado para Rusia incidir en tensiones en dicha zona geográfica. La OTAN podría aprovechar el desarrollo su poderío militar y mostrar los serios que pueden ser cuando se amenaza a un miembro de la alianza. Por otro lado, el recibimiento de Finlandia le da suficiente piso a Vladímir Putin para reforzar su discurso de una OTAN expansionista y que ha buscado el confrontamiento con países del orbe No Occidental.
Esto podría recrudecer la guerra y sus efectos en Ucrania, que se tornará en una zona de sumo interés para Rusia o en una frontera militar para Occidente. Como consecuencia, ya no habría un “Buffer Zone” que permita negociar nuevas estrategias de seguridad y posiblemente nos encamina a un choque militar prolongado. Una OTAN militarizada no permitiría espacios para la diplomacia y propuestas de coexistencia entre la alianza y Rusia (y sus aliados).
La OTAN ha reforzado gracias a Finlandia, y la pendiente anexión de Suecia, su estrategia de seguridad. Es una nueva era para el militarismo occidental, teniendo en cuenta que los nuevos miembros han sido países neutros en otros conflictos. El sujeto de seguridad ha cambiado de mantener un espacio militar en paz, a la posibilidad de militarizar fronteras y resistir los avances rusos (a pesar de que su armada y tecnología ha mostrado desgaste en dicho conflicto). Mientras, Ucrania no ve una promesa de paz y estabilidad en el horizonte.
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