“Por primera vez, de manera bastante global, estamos experimentando una nueva visión de nuestra esfera doméstica, que se ha tenido que volver nuestro gimnasio, la escuela de los niños, nuestro lugar de trabajo, nuestra área de reflexión y meditación, el espacio en el que tenemos que interactuar con los amigos”.
David García, fundador de MAP Architects (Copenhague)
Más allá de los conocidos impactos de la pandemia en la salud, la aceleración de la transformación digital de las organizaciones y la masificación del teletrabajo, existen otros impactos importantes por conocer. Entre ellos podemos destacar el mayor interés de las personas por vivir fuera de los centros urbanos y la adaptación de los espacios en nuestros hogares para realizar actividades que antes hacíamos fuera de la casa.
En muchas grandes ciudades del mundo, grupos de personas decidieron mudarse a las afueras, buscando refugio del coronavirus. Un fenómeno que, según algunos expertos, se ha repetido en otras pandemias que azotaron a la humanidad. La búsqueda de aire fresco, un ambiente más limpio y menos hacinamiento han impulsado a estas personas a moverse temporalmente fuera de las ciudades.
Con las mejoras en el servicio de Internet y el impulso del teletrabajo, en muchos casos, es posible seguir laborando sin tener que movilizarse al centro físico. Si en estas zonas, a las afueras de las ciudades, existe una mejora en los servicios básicos, servicios de salud de calidad y las empresas deciden mantener el teletrabajo por los ahorros en costos que les significan, estos movimientos temporales podrían volverse permanentes y provocar una mayor demanda inmobiliaria en zonas fuera de los centros urbanos.
Un ejemplo lo tenemos en la oferta de casas de playa en el sur de Lima, que en la actualidad contempla proyectos con la concepción de ser casas para todo el año y no solo de temporada, como hace algunos años. Existen también interesantes proyectos en la selva, con condominios ecológicos, y en la sierra donde, por ejemplo, el Valle Sagrado de los Incas en Cusco vio crecer su oferta de viviendas familiares. Pese a seguir ligadas a sus actividades laborales y empresariales en la capital, las familias decidieron mudarse a estas zonas para disfrutar de su increíble paisaje y disfrutar de un ambiente más cercano a la naturaleza.
Por otro lado, la configuración de los espacios internos de las viviendas, tanto en la ciudad como fuera de la misma, también registrarán cambios en su configuración y distribución interna. Como bien manifiesta el arquitecto David García, quien lidera un estudio de arquitectos en Copenhague, nuestra concepción de las actividades domésticas ha variado como consecuencia de la pandemia y las cuarentenas obligadas.
Hoy nuestra sala puede ser, a la vez, el salón de clases de nuestros hijos, la oficina donde realizamos nuestras actividades de manera virtual y un improvisado gimnasio donde nos mantenemos en forma. En la noche, ese mismo ambiente permite disfrutar de una reunión virtual con amigos, bebiendo unos tragos o compartiendo un karaoke sin salir de casa.
Las epidemias son fuerzas que impulsan cambios importantes en nuestra forma de vida y que influyen en la configuración futura de nuestras ciudades. Estas transformaciones también alcanzan a nuestros propios hogares y, en ese sentido, la pandemia causada por la COVID-19 no ha sido la excepción.
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