La paciencia es una actitud que nos ayuda a poder tolerar, comprender e incluso poder soportar los contratiempos con fortaleza y buen ánimo. Muchos la consideran un valor o una virtud necesaria para la vida, dado que nos ayuda a adaptarnos a las circunstancias.
Hoy no vivimos un contratiempo simplemente, se trata de una situación de crisis, en la que es importante poder trabajar en nuestra paciencia. El estar en casa tantos días, las preocupaciones sobre lo que puede pasarnos o pasarle a nuestra familia, la incertidumbre económica, entre otras cosas, pueden ocasionar que perdamos la paciencia y entremos incluso en desesperación.
La paciencia es lo contrario a la desesperación, la paciencia nos lleva a la calma, a la tranquilidad, a la paz. Implica saber dar un tiempo a las cosas. No solo es saber esperar, sino hacerlo con buena actitud.
¿Cómo cultivar la paciencia en estos días?
1.- Con uno mismo:
Enfocarse en el aquí y el ahora: esto significa conectarse con las actividades que se están realizando, o con el descanso y los momentos de ocio que nos asignemos.
Identificar los pensamientos que alimentan nuestra impaciencia y trabajar en ellos. Esto solo se logra a través de la reflexión y el pensamiento introspectivo.
Ponerse metas a corto, mediano y largo plazo. Por ejemplo, si al terminar la cuarentena (por ahora mediano plazo), quiero haber terminado de leer un libro, fijarme metas concretas de cuanto debería leer cada día para lograr el objetivo (meta a corto plazo de cada día). A largo plazo convendría pensar si la cuarentena se prolonga por mucho más tiempo, qué metas me pondría o cuáles son los retos que quisiera afrontar.
Planificar y ensayar nuevas respuestas ante las situaciones que se nos presentan. Si siempre hacemos las cosas de la misma manera, no hay mucha posibilidad de cambio.
Emplear técnicas de autocontrol emocional cuando sentimos que estamos perdiendo la paciencia (como la respiración abdominal, la relajación muscular progresiva, o el retirarse de la situación dándonos un tiempo fuera).
2.- Con los demás:
Respetar los ritmos de cada uno. En una familia no todos manejan el tiempo de la misma manera. Tenemos que entender y aceptar los distintos ritmos.
Expresar peticiones y necesidades de forma clara y respetuosa, de manera amable. Por ejemplo, si en algún momento se necesita que algún integrante de la familia colabore más, se esfuerce más en algo, o cambie una actitud, pedírselo de manera asertiva.
Identificar las situaciones recurrentes que nos generan conflicto para dialogarlas y llegar a acuerdos de convivencia.
Detectar con quien debo tener más paciencia y el por qué, para cambiar mi actitud.
3.- Con la situación:
Reconocer que no tenemos el control de todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Enfocarnos en aquello que sí podemos controlar.
Mantener la esperanza, la confianza en que esta situación tiene un tiempo de duración, pero acabará. Confiemos en un futuro mejor.
Sonreír y mantener el optimismo y la alegría frente a la adversidad. En las investigaciones sobre psicología positiva se ha encontrado que las emociones positivas (aquellas que nos hacen sentir bien), son un factor de protección que nos permite transitar por periodos de incertidumbre y dificultad.
Cierro este artículo mencionando que la paciencia está directamente vinculada con el amor. Los actos de paciencia tienen un sustento en el amor. Por amor intentaré ser paciente con mis hijos, con mi pareja, con mis padres y amigos. El amor nos da esa fuerza para comprender al otro y tenerle paciencia. Y tú, ¿Qué tan paciente estás siendo en este tiempo de coronavirus?
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