En mayo de 1899, en la ciudad de Viena, nació Friedrich Von Hayek, probablemente el teórico más reconocido de la Escuela Austríaca de Economía, que congregó a economistas de la talla de Karl Menger, Ludwig Von Mises, entre otros. Debido a la repercusión que llegó a tener la obra de Von Hayek sobre el pensamiento político, la metodología de las ciencias y en la aplicación de políticas económicas fundadas en el libre mercado, resulta interesante realizar un breve repaso a su trayectoria intelectual.
La obra de Hayek se puede dividir en tres grandes grupos. El primero, conformado por textos de carácter económico como La teoría monetaria y el ciclo económico (1929), Precios y producción (1931) y La teoría pura del capital (1941). El segundo, por textos de carácter ideológico como Camino de Servidumbre (1944), La constitución de la libertad (1960) y La fatal arrogancia (1988). Finalmente, un grupo de obras de signo epistemológico como Individualismo y orden económico (1948), La contrarrevolución de la ciencia (1952) y, sobre todo, El orden sensorial (1952). Como es evidente, su ejercicio intelectual que logró integrar junto a una teoría económica, una teoría de la sociedad y una perspectiva gnoseológica; es lo que lo convierte en un autor particular.
Para Hayek, la sociedad y las instituciones que la forman (leyes, mercado, costumbres, entre otros) son obra de un orden social “espontáneo” que no es planificado por una entidad externa a ella misma; que se construye al modo de la evolución de la vida, por medio del ensayo y el error, y mediante una constante adaptación a situaciones cambiantes e indeterminadas. Este “orden sin plan” se sustenta en las características del saber humano y en las estructuras cognitivas que lo condicionan. Así, la economía de mercado, “el orden extenso” de colaboración entre individuos y grupos, posee similares características al modo cómo opera la vida y los procesos sensoriales y mentales. De ahí que cualquier intervención externa, sobre todo la del estado y de “ideologías constructivistas” (socialismo, comunismo y fascismo), generen una distorsión integral que afecta al modo cómo se han evolucionado la vida y las instituciones humanas. Estas ideologías eliminan la libertad de acción y de decisión de los individuos, porque anteponen un ideal construido a priori sobre la realidad plural y emergente. De ahí que, para Hayek, al defender la libertad de los individuos, se garantiza el orden extenso y la evolución natural de las instituciones. Producto de su prolongada actividad intelectual, se le confirió el Premio Nobel de Economía en 1974, es decir, hace cincuenta años.
Las teorías de Von Hayek repercutieron ampliamente sobre diversas escuelas económicas, de jurisprudencia y sobre la filosofía política y económica de la segunda mitad del siglo XX. Asimismo, sus ideas se pusieron en práctica en diversos países, a partir políticas públicas influenciadas y diseñadas desde la perspectiva que este autor tenía del libre mercado y de la sociedad: contrario a la injerencia del estado en materia económica y a cualquier modelo de planificación social. En ese sentido, en el actual contexto en el que asistimos a un renacer de las visiones ideológicas de diverso fundamento, y más allá de las posiciones a favor o en contra de Hayek, resulta interesante verse confrontado por un autor relevante del siglo XX. Y, asimismo, observar hasta qué punto las teorías de Hayek pueden resistir un examen frente a la realidad. Tal labor le corresponde al lector preparado o al que se quiere ilustrar sin dogmas de ningún tipo.
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