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Si todos nos preocupáramos en atender bien al turista, habría mayor bienestar general.
Como dijimos en una mirada positiva anterior, nunca en nuestra historia el Perú ha recibido tantos premios y recomendaciones de instituciones del turismo internacional como World Travel Award y el Heritage foundation. Decíamos también que eso podría ayudarnos a ser una potencia en el rubro, cercana a México que recibe diez veces más turistas que Perú, y muy por encima de Chile, que hoy nos supera en el rubro. Pero para aprovecharlos, a diferencia de la minería y la agroindustria, donde el futuro depende de calidad del cobre o de los arándanos, en el turismo el crecimiento depende mucho de que usted y yo paisano, paisana, nos consideremos como personal del Gran Hotel Perú.
¿Hotel Perú, diría usted? Sí, porque la satisfacción del turista depende de todo lo que ocurre desde que entra al país hasta que dice adiós desde la ventana de su avión o de su bus. Y si los turistas recordarán todo lo bueno que esperaban, como la comida, la visita a Machu Picchu y la amabilidad de su guía, recordarán también los detalles extras como la amabilidad de la población al orientarlos, cuidarlos o simplemente sonreírles. Y, por cierto, los marcarán mucho más las calles desaseadas, la estafa en el restaurante o el taxi y, peor, el robo del celular y la displicencia del policía a quien avisaron.
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¿Si yo no trabajo en turismo, diría usted, por qué eso me concierne? Mucho, porque los 1 200 dólares que deja cada turista en hoteles, restaurantes y taxis y tours, se convierten en demanda de papas para los campesinos de Huaraz, en pedidos de sábanas y uniformes para nuestros confeccionistas, en compra de autos de los taxistas a los concesionarios. Y servirán además para pagar sueldos a guías, camareros, mozos y cocineros que gastarán en ropa, comida y en colegios para sus hijos, generando impuestos y moviendo más de 1 millón de empleos en el país. Y si crece quizás usted también paisana, se animará a poner un “bed and breakfast” en su casa, dando alojamiento y comida a quienes visitan su pueblo. De hecho, si en vez de los 4 millones de turistas que recibimos hoy, tuviéramos, no los 85 millones que recibe España sino sólo 10 millones, el turismo generaría más divisas que la agroexportación.
Pero para que eso ocurra no se necesitan solo más leyes, sino sobre todo que usted y yo, paisana paisano, empecemos a ver en el turismo una oportunidad inmensa de crecimiento. Que nos sintamos dueños del “Gran hotel Perú”, buscando que todo turista se lleve la mejor impresión posible, para que regrese y nos recomiende. ¿De qué manera cree usted, paisana, paisano, que podemos mejorar nosotros, el turismo en nuestro país?
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