Carlos Díaz Hernández es Doctor en Filosofía, en Derecho y en Psicología. Fundó el Instituto Emmanuel Mounier, a cargo de desarrollar el concepto de Personalismo Comunitario, un humanismo abierto a la trascendencia. Díaz Hernández es autor de más de 300 libros, entre ellos destaca Manual de historia de las religiones.
A partir de su libro Desarrollo Humano. Ideas para educar, publicado por la editorial Origen, Díaz Hernández dará una conferencia sobre los “retos de educar a la persona en tiempos de postverdad” este jueves 5 de setiembre en el Auditorio de la Parroquia San Antonio de Padua, en Jesús María, Lima, Perú.
Aprovecho el espacio para compartir parte de la entrevista que le hice al conferencista y catedrático español Carlos Díaz Hernández, Doctor en Filosofía, en Derecho y en Psicología, especializado en Logoterapia y autor de la traducción del alemán al español de varios libros de Viktor Frankl.
¿Qué es el Personalismo Comunitario y por qué es importante?
La persona es el centro del universo, pero no individual, cerrado, sino en comunidad. No se puede ser persona buena en una comunidad mala, ni se puede ser persona mala en una comunidad buena. Se puede, pero es más difícil. Hay que transformar al individuo y a la sociedad. La persona es un fin en sí mismo y no un medio ni instrumento. Hay que tratarla con dignidad. No se la puede ni debe maltratar.
Dices que el 99% de nuestras angustias son imaginarias. Has dicho que por miedo a la acción mucha gente se neurotiza y no hace nada. ¿Qué consejo darías a esas personas?
La sociedad está enferma de angustia. Angustia viene de angosto, estrecho, han estrechado su vida y la han replegado solo para cuidarme yo. El egoísmo es lo que enferma. Y el altruismo es lo que sana. La persona que solo está pensando en si misma enferma y se viene abajo. La persona que está enferma y se viene abajo solo puede salir de eso rompiendo la clausura de su yo lleno de miedo, abriéndose al cuidado a los demás. Despreocupándose de ese ego que huele mal. Eso se logra a través del amor. Hay que tener un grupo de gente, una comunidad, hay que tener una familia, un grupo de trabajo.
En tu libro señalas: “La familia es el mejor lab/oratorio para trabajar las energías negativas”. ¿Cómo explicas esa idea?
La familia es el lab/ortatorio, laborare et orare. En la familia es donde no te puedes esconder. Hay momentos buenos y malos. No puedes tener la vida al margen de la familia. En la calle de una manera y en tu casa de otra. Y cuando ocurre eso se llama esquizofrenia. Es una palabra griega que significa estar partido por la mitad. Entonces lo ideal sería prolongar la familia en la sociedad. Y hacer de la sociedad una familia. Habitualmente estamos acostumbrados a esa esquizofrenia y abandonamos lo que queda fuera de la familia. Eso se llama una familia preconvencional. En mi casa un comportamiento, en la calle otro. Eso es muy frecuente. Yo creo en una familia postconvencional, que significa que debo trabajar por los demás, como por mi propia familia. La gente tiene mucho miedo a la calle. Mi casa es un refugio y mi castillo. Yo creo que hay que salir de la casa. No una familia convencional, sino universal en la que no solamente tengo solo a mis hijos, sino que tengo muchos hijos por donde voy, no en el sentido físico. Quiero ser profesor, quiero ser padre y maestro.
Tu mirada de la realidad es muy humana, pero también sobrenatural. Por ejemplo, te refieres a la forja de carácter como un trabajo de cada día, y dices —en palabras del evangelio— a cada día le basta su afán, pero hace falta nuestro esfuerzo y cooperación.
Eso es lo que deseo a todos. Todo lo que deseo es una nada. No tengo auto, no tengo teléfono móvil, no tengo nada más que tres camisas. Tener un repertorio de camisas no me hace feliz. Lo que me importa es ser más que tener. No valoro una tenencia, una casa linda, sino ser una persona digna, sino saber querer y querer saber. Poder empoderarme y hacer cosas poderosas, no solo para uno sino para los demás. Saber esperar, no querer todo para aquí y ahora, envejecer junto a mi mujer con quien comparto un proyecto existencial de 52 años. Hacer y crecer haciendo crecer, y recibiendo lo que otros hacen por mi para que yo crezca. Orando, porque por mí solo no puedo. No tengo tanta fuerza, porque la fuerza que hay en mí, cuando me miro y digo: Carlos, ¿cómo has podido escribir más de 300 libros? Soy yo, pero no yo. Si el hombre confía en sí mismo puede llegar a poco, pero si confía en un Dios personal que me ama desde antes de nacer y me librará para siempre de la muerte y me acogerá junto a Él.
¿Qué podrías decirle al hombre y mujer de hoy que no cree y piensa que la religión es contraproducente al desarrollo de la persona y sociedad?
Se debe no solo decir, sino hacer. Yo creo que hoy y como siempre es el testimonio, la fuerza del ejemplo, el ser creíble, el no agotarte en la apariencia. El tener un referente axiológico, ósea una escala de valores y sobre todo creer en lo que crees y no a medias. El creyente no es alguien que cree que o me parece que cree, sino que cree hacia alguien. La cosa de la fe no es estar sentado en mitad de la doctrina. La cosa de la fe es que para ti sea el amor más grande en lo que crees, y para mi Jesucristo en el amor de mis amores.
Si estás interesado en participar de la conferencia y presentación del libro Desarrollo Humano, Ideas para educar ingresa aquí: https://forms.gle/fsLR63spPTwj67Vn8
También pueden comunicarse al Whatsapp +51 960746271 o escribir a secretaria@origen.org.pe
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