Desde los 80, se entendió que la lucha contra el crimen necesita del análisis de datos a escala micro. Por ejemplo, las encuestas nacionales son útiles para marcar un diagnóstico global, pero son totalmente inservibles si queremos analizar la realidad de un distrito y, más que un distrito, de un barrio, manzana o calle. La razón es simple: el crimen se concentra. No está esparcido por igual en toda la ciudad.
Tomemos un ejemplo. A nivel nacional, el 10% de viviendas estuvieron afectadas por robo o intento de robo, según la Encuesta Nacional de Programas Estratégicos. Sin embargo, esto no quiere decir que 1 de cada 10 hogares en cada manzana del país haya sido objeto de este delito. Hay manzanas, avenidas o calles en las que ese porcentaje es mayor, pues es ahí donde el crimen se aglomera. Igual sucede con los homicidios. Según la base de datos de homicidios del Perú, 57% de estos asesinatos se cometen en solo 114 distritos (de los más de 1.800 a nivel nacional).
En buena cuenta, el crimen se concentra en pequeñas unidades geográficas de cada barrio, urbanización o distrito. Pocas unidades geográficas (cuadras o esquinas, por ejemplo) concentran un porcentaje desproporcionado de los delitos en toda la ciudad.
Esta idea de concentración es tan extendida como fenómeno criminológico que un reconocido investigador, David Weiburd, la formuló como ley. Es la ley de concentración del delito: el 5% de segmentos de las ciudades concentra el 50% de los delitos.*
Estas cifras no son producto del azar. Las recogió de varios estudios que analizaron la magnitud con que el crimen se concentra en distintas ciudades del mundo. Casi todas las ciudades que se analizaron arrojaban la misma proporción: 5% de delitos se perpetran en la mitad de segmentos de la ciudad. Este muestra una concentración mayor en las ciudades más pequeñas.
Desde entonces, muchos estudios hallaron el mismo tipo de concentración. Se hizo más fuerte el lema académico el lugar importa (place matters) a manera de llamado sobre la necesidad de responder por qué los crímenes ocurren (casi) siempre en los mismos lugares de las ciudades.
No hay que confundir que el crimen se concentre con que el crimen se concentre solo en zonas peligrosas. Los puntos calientes – zonas de alta incidencia delictiva – están dispersos tanto por las zonas bonitas como peligrosas de las ciudades.
Las implicancias de la concentración del delito son mayores. Datos micro-geográficos sobre la concentración de distintos delitos ofrecen información rica para mejorar las estrategias de patrullaje, testear distintas técnicas para hacerlo y evaluar su efectividad. También nutren la agenda municipal.
Muchas zonas siguen concentrando delitos no porque falten policías, sino porque el ambiente que las rodea sigue incentivando la proliferación de delitos (mala iluminación, parques descuidados, esquinas hechas urinarios, carros abandonados, etc.).
En un escenario de recursos escasos, las políticas de seguridad deben focalizarse ahí donde más se necesitan. No se trata de propiciar una desigual distribución de recursos, sino de entender dónde hay más crimen y ahí atacarlo.
La Estrategia Multisectorial Barrio Seguro va en esa línea. Y si bien han focalizado los barrios más peligrosos del Perú, aún está pendiente que hagan lo mismo al nivel intra-barrial (focalización en cuadras y hogares). Pero también miremos más allá. Hay muchos otros barrios de peligrosidad media que no están ni estarán bajo esta Estrategia, pero sí que deben ser abordados con políticas similares.
* Weisburd, David (2014). The law of crime concentration and the criminology of place. The 2014 Sutherland Address. Disponible en: http://bit.ly/2IrRvfa
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