Una superproducción de animación creada para la televisión actualizará al pequeño y curioso personaje de Antoine Saint-Exupéry.
En el universo infantil del siglo XXI "El Principito" de Antoine de Saint-Exupéry no puede competir con otros héroes más dinámicos y modernos, liderados por Harry Potter, por lo que una superproducción de animación creada para la televisión actualizará al pequeño y curioso personaje.
Una puesta al día que llegará a las pantallas francesas a finales de diciembre antes de dar el salto a 80 países, sin que sus creadores se hayan privado de dotar al niño creado en los años cuarenta de una personalidad más propia de un aventurero del futuro.
Una producción en la que no se han escatimado en gastos, un presupuesto de 18,6 millones de euros, un de los más altos de la historia para un dibujo animado de televisión.
Bajo el título "La Planète du temps" (El planeta del tiempo), el primer capítulo de la serie, que será difundida en la cadena "France 3", presenta a un personaje totalmente nuevo, que nada tiene que ver con los dibujos que el autor creó junto a su obra.
Una metamorfosis que no ha dejado indiferentes a los seguidores de El Principito, temerosos de que en el camino se queden los valores de la inocencia, la amistad y el amor con los que Saint-Exupéry dotó a su personaje.
Porque el dibujo animado no se conformará con atacar con preguntas a los adultos que encuentre en su camino; ni con viajar de planeta en planeta para mantener conversaciones con los habitantes que allí encuentra; ni con arrancar los baobabs que amenazan su mundo.
Las aventuras animadas de El Principito le enfrentan a monstruos imaginarios a los que combatirá con una espada en múltiples batallas.
Todo ha sido modificado. Desde su "look", más próximo a la adolescencia que a la niñez, hasta su acompañante, el zorro que aparece en el libro de Saint-Exupéry pero que en el dibujo animado será su "alter ego" cómico.
Los autores del cambio se defienden con el argumento de que para que los valores universales que contiene El Principito lleguen a las nuevas generaciones es preciso adaptar al personaje a los tiempos que corren.
De lo contrario, piensan, quedará sumergido en el océano de nuevos héroes que aparecen en la literatura, condenado a ser una obra de culto más conocida por los adultos que por los niños.
Harry Potter ha vendido en trece años el triple de libros que "El Principito" en 45. Y eso que el libro de Saint-Exupéry presume de ser uno de los más traducidos de todos los tiempos, con ediciones en 118 lenguas.
Olivier d"Agay, sobrino de Saint-Exupéry y presidente de la empresa que gestiona su legado, justifica la puesta al día para "ofrecer "El Principito" a los niños del siglo XXI" y comenta algunos de los cambios.
"Queríamos que El Principito tuviera grandes ojos, como los personajes del manga y, por qué no, verle luchar o hacer kung-fu", afirma.
Un criterio "utilitarista" que no comparte José Martínez Fructuoso, heredero de Consuelo Suncin, esposa del escritor y aviador, que mantiene un conflicto de intereses desde hace años con los sobrinos del autor.
En un comunicado, el dueño de la mitad de los derechos de sucesión de Saint-Exupéry advirtió de que no permitirá "que se haga cualquier cosa" con su obra cumbre.
Pero Fernández, que tiene derecho a una parte de los beneficios, no tiene voz en las decisiones sobre la obra, tras una sentencia en este sentido dictada por la Justicia gala.
No es el único que ha criticado la deriva tomada por el personaje, pero nada parece detener a los sobrinos del autor.
Porque tras el dibujo animado aguarda toda una serie de productos derivados destinados a los más pequeños.
Todo un mercado que los herederos esperan que genere un importante beneficio con el cual, aseguran, podrán rellenar las arcas de la fundación que bajo el nombre de su tío promueve la lectura entre los niños de todo el mundo.
Otros les suponen fines menos benéficos. Según un experto citado por el diario "Le Figaro", pronto "El Principito" quedará libre de derechos por lo que los herederos necesitan crear una saga que mantenga su dominio sobre el personaje. EFE
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