Dejó de existir en el Hospital Guillermo Almenara luego de sufrir una serie de dolencias que se agravaron en los últimos 15 días. Es considerado como el mejor reportero gráfico del siglo XX en el Perú.
Era considerado el mejor reportero gráfico del siglo XX y se dice que acumuló más de un millón de negativos de diversos personajes y situaciones ocurridas en el Perú.
Carlos “Chino” Domínguez dejó de existir en el Hospital Guillermo Almenara luego de sufrir una serie de dolencias que se agravaron en los últimos 15 días. Estaba internado en el citado nosocomio desde el 1 de febrero a consecuencia del agravamiento de su dolencia crónica renal y un cáncer al pulmón que finalmente terminaron con su vida.
Desde los años 50, el lente de Domínguez captó las expresiones de diversos personajes del mundo cultural, político, social. Tenía un ojo especial para captar la imagen de un político en una actitud determinada que terminaba asociada a una punzante nota periodística. Pero también era capaz de atrapar la dulzura e inocencia de un niño de la calle o de una vendedora ambulante.
Y si había algo que siempre le gustaba al “Chino” eran las tertulias criollas a las que no faltaba. Conoció a todos los criollos cuando estaban en su apogeo y a los que recién empezaban. Allí estaba él con su máquina en ristre, siempre disparando el flash o jugando con el obturador, dependiendo de las circunstancia. Nunca faltaba a las reuniones que Doris Gibson, la fundadora de Caretas, realizaba en su departamento de la cuadra seis del jirón Camaná.
El “Chino” Domínguez” aprendió la técnica fotográfica como ayudante de Antonio Noguchi, un japonés que tenía una casa fotográfica en Lima y donde el trabajo central tenía que ver con las fotos carné y eventualmente con los retratos. Entonces era un jovencito muy observador.
Obtiene su primer premio en un concurso artístico con el afiche de un certamen deportivo en 1946. Tiempo después viaja a la Argentina para estudiar fotografía y al mismo tiempo colabora con la revista deportiva “El Gráfico”.
En 1954 retorna al Perú, trabajando como reportero gráfico en los diarios “Impacto”, “Presente” y “La Tribuna”; pero es durante su trabajo en la Revista Caretas (1963-1970) que adquiere notoriedad por su audacia para conseguir las mejores imágenes. Es en este período en que logra las mejores vistas de los personajes políticos de la época.
En 1966 obtiene el título de periodista y reportero gráfico por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1981 funda el diario La Republica junto a Guillermo Thorndike.
En 1983 fue uno de los testigos del descubrimiento de las tumbas de los periodistas en Uchuraccay cuando acompañó a la comisión que investigó el asesinato de los hombres de prensa.
Se ha desempeñado como jefe de fotografía, colaborador grafico en diversos diarios nacionales y extranjeros. Como resultado de cerca de 50 años de amplia labor fotográfica, ha logrado reunir en su archivo personal alrededor de un millón de negativos que cubren la historia gráfica peruana y mundial.
Su archivo fue adquirido para su rescate y conservación por la Universidad Alas Peruanas.
Es considerado como el mejor reportero gráfico del siglo XX en el Perú y su archivo es el único que guarda fotografías inéditas de personajes del mundo cultural, político, social. Ha ilustrado un sinfín de libros y su labor social de mostrarle al mundo la realidad peruana se ve plasmada en su edición maestra: Los Peruanos.
Sus principales obras publicadas, según consigna wikipedia son: Los Peruanos. Lima: Hechos y fotos, 1988 (Primera ed. 1999). 100 años, Jorge Basadre. Lima: Universidad Alas Peruanas, 2003. Negro luminoso. Lima: Centro de Desarrollo Etnico, 2005. El Círculo Invisible. Lima: Universidad Alas Peruanas 2006.
Recibió las Palmas Artísticas del Perú en el grado de Gran Maestro por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Carlos Domínguez nació en Lima en 1933 y fue testigo a lo largo de su vida de una serie de acontecimientos sociales, la aparición de las barriadas, el auge y la caída de la aristocracia limeña, los años del mambo y del vals criollo, el afianzamiento de Chabuca Granda como compositora y la aparición entonces de una candorosa y hoy maestra Alicia Maguiña, la mendicidad infantil y la muerte de Petizo en la Plaza San Martin, el fenómeno ambulatorio, en fin, todo lo que vimos los peruanos en el siglo XX. Los ojos del “Chino” se cerraron pero su lente nos deja una herencia inolvidable. Tan inolvidable como él.
Comparte esta noticia