Los 203 años del Presbítero Maestro guardan la historia de los brillantes personajes que descansan allí. ¿Te atreves a descubrir los secretos que guarda este mítico lugar en su interior?.
En el cielo la luna se esconde detrás de una nube y con ella su luz, haciendo más tétrica la atmósfera del Museo Cementerio Presbítero Maestro. El historiador José Bocanegra nos conduce a través de las calles y codos, criptas y mausoleos, mientras la única luz que nos acompaña es la de la cámara.
‘Noches de Luna Llena’ suena como un título sugestivo, pero realmente el recorrido es casi un cuento de aparecidos. Caminar por el cementerio los segundos y cuartos jueves de cada mes durante la noche, mientras la luna brilla en toda su redondez, es una invitación al miedo, sobre todo si se sabe que en más de dos siglos de antigüedad el Presbítero no termina de revelar todos sus secretos.
El niño Ricardo Espiell es nuestra primera parada, un santo popular que descansa bajo una estatua coronada por la gente, fieles creyentes que llevan flores, cartas y juguetes al sepulcro de un pequeño del que solo se sabe murió a los 7 años de forma indocumentada. Mientras nos alejamos se oye una voz infantil y un carrito corriendo.
En la siguiente tumba descansa el Gran Mariscal Agustín Gamarra, dos veces presidente del Perú y un campeador de innumerables batallas, cuya fama no pudo superar a la de su mujer: Francisca Zubiaga ‘La Mariscala Pancha Gamarra’, una suerte de ‘Doña Bárbara’ conocida tanto por su belleza como por su hambre de poder.
“Como Napoleón, el imperio de su belleza estaba en su mirada, cuánta fuerza, cuánto orgullo y penetración; con aquel ascendiente irresistible ella imponía el respeto, encadenaba las voluntades, cautivaba la admiración”, escribió sobre ella Flora Tristán cuando la conoció, mientras ‘La Mariscala’ navegaba rumbo al destierro.
Tras dos calles y tres esquinas reposa don Felipe Santiago Salaverry, cuyo último deseo, tras ser condenado a muerte, fue escribirle una carta a su esposa Juana Pérez. Un romántico sin duda, pero no al grado de Dora Mayer de Sullen, quien amó hasta su muerte a Pedro Sullen, un hombre genial que nunca le correspondió, y de quien tomó el apellido para firmar hasta que se entregó al descanso eterno.
Muy cerca de allí, José Santos Chocano sigue sorprendiendo a los visitantes con su tumba vertical de metro cuadrado, donde duerme tan brillante y soberbio como lo retratan sus poemas y los libros de historia.
La Cripta de los Héroes donde están reunidos Bolognesi, Grau, Cáceres, y muchos otros grandes militares es una estación impostergable, como lo son las tumbas de muchos presidentes, científicos, literatos y santos que encontraron al Presbítero Maestro tan bello que ya no se fueron jamás.
Cerca de la media noche somos los últimos en salir del cementerio con la promesa de compartir la experiencia, para que otros tengan también, el privilegio de revivir durante los segundos y cuartos jueves de cada mes las inacabables tradiciones de quienes construyeron hasta el final de sus vidas la historia de un país.
Para mayor información sobre los recorridos de Noches de Luna Llena pueden ingresar a la página de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana http://www.sblm.gob.pe/
Pablo Timoteo Yovera
Comparte esta noticia