Durante la historia, encíclicas papales han encontrado inspiración en la obra cumbre del escritor italiano. Profundizamos en la trascendencia del viaje de Dante por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso.
“A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado”, dicen los primeros versos de "La Divina Comedia”, obra de Dante Aligheri considerada una de las joyas de la literatura universal. Su importancia no solo es histórica, sino también social, pues representa la espiritualidad medieval y renacentista, época de transición en la que vivió el autor.
El escritor peruano Pedro Novoa comenta que el éxito de "La Divina Comedia" se debe a su estilo. Uno de los símbolos más usados por Alighieri es el número 3: tres son los personajes principales: Virgilio, Beatriz y el propio Dante. Asimismo, tres son los grandes apartados: Infierno, Purgatorio y Paraíso. “Tiene una cualidad simbólica: Dante Aligheri eleva el lenguaje con la creación de simbologías. Tiene un aprovechamiento cultural dentro de la obra, que es también un saludo a la perfección”, comenta.
En el ámbito lingüístico, Dante y su “Divina Comedia” marcaron un hito: al igual que Miguel de Cervantes Saavedra para el idioma español, Aligheri es considerado el padre del idioma italiano moderno. “En la antigüedad la gente culta escribía en latín. Dante rompe con eso y decide escribir su más grande obra en una lengua romance: el toscano, predecesora del italiano”, agrega Novoa.
“La Divina Comedia” captura la esencia de la religiosidad de su época. El presbítero y teólogo Francisco Huamán explica que su influencia en textos católicos es importante: algunas encíclicas de sumo pontífices como Francisco, Benedicto XV, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Pablo VI toman ideas de la obra de Dante. “El viaje de Dante inició un viernes santo hace 728 años y da cuenta de cómo vivía él su espiritualidad. Dante no es ajeno para la Iglesia Católica: los papas, a lo largo de la historia, lo consideran como un profeta de la esperanza, pues da cuenta que se puede llegar al paraíso con fe y amor”, afirma.
Pero Jorge Bergoglio, profesor de literatura durante muchos años, no ha sido el único papa en hablar sobre el poeta italiano, Pablo VI era gran admirador de la obra porque servía de imagen para representar el cambio profundo y dar a conocer que el amor es lo que mueve el sol y las demás estrellas. Benedicto XV le dedicó su encíclica, relacionándola con la enseñanza de Pedro.
Dante es símbolo del Renacimiento, una época en la que se salía de la oscuridad del Medioevo y se buscaba la libertad creativa. Los versos del autor italiano tienen mucho de ese pensamiento de tránsito: la idea de Dios estaba relacionada al concepto del castigo eterno por lo que la representa con la descripción de su infierno.
Las grandes obras trascienden. Conceptos como la corrupción y la traición, ubicados como máximos pecados, hacen de “La Divina Comedia” una obra actual, más aún en tiempos como los que vivimos ahora en el mundo.
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