El investigador e intelectual peruano, conductor de "La Función de la Palabra", falleció a causa de una fibrosis pulmonar. A través de su programa, se encargó de preservar el correcto uso de la lengua española, además de ser protagonista de atractivas entrevistas con periodistas, políticos, intelectuales y lingüistas.
Marco Aurelio Denegri se despidió a los 80 años, cumplidos hace 2 meses, como un ícono cultural en medio de la banalización de la televisión peruana. Su voz y sus gesticulaciones exageradas eran su sello particular.
Desde el 2000, a través del actual TV Perú, se sentó frente a la cámara para conducir “La función de la palabra”. Compartió su agudo sentido crítico en este programa -que consideraba contracultural- donde comentaba y criticaba el buen uso de la palabra, reseñaba nuevos libros y convertía entrevistas en animadas conversaciones o acalorados debates.
Es recordada la conversación que sostuvo con César Hildebrandt -llegó a ser ‘trending topic’ a nivel mundial- sobre la pobreza de la televisión actual, el bajo nivel intelectual de la clase política mundial y el pesimismo.
También fue comentado su encuentro con Mónica Cabrejos -a la que calificó “invitada ilustre”- por su libro “Ni puta ni santa”. Al programa invitaba a toda clase de personajes y se desenvolvía con facilidad en temas tan variados como el cine, derecho canónico, psicoanálisis, budismo, ajedrez y automovilismo.
No callaba nada. Criticó el libro “1000 palabras y frases peruanas” de Martha Hildebrandt. “Desde el título está mal porque contraviene una prescripción académica según la cual se escribirá con letras los números que se puedan expresar con una sola palabra”, corrigió.
Así como “Pizarro, el rey de la baraja” del expresidente Alan García en el que encontró errores en las páginas 31, 71, 89, 119 y 137. Tampoco dudó en decirle directamente a Mario Vargas Llosa que lo suyo era escribir: “él es un destacado hombre de letras, un reconocido novelista; pero no habría podido ser un destacado político porque no tiene el don de la política”.
Difusor del quehacer cultural, periodista y conductor, se consideraba a sí mismo polígrafo (autor que ha escrito sobre materias diversas) autodidacta. Ello se evidencia en sus publicaciones “¿Y qué fue realmente lo que hizo Onán?” (1996), “Hechos y opiniones acerca de la mujer” (2008), “Cajonística y vallejística” (2009), “Miscelánea humanística” (2010), “Polimatía” (2014) y “Mixtifori” (2017), entre otros títulos.
Decía leer no menos de dos libros diarios. Era melómano y amante del cajón peruano. Dominaba la lexicología, la sintaxis y la etimología. Buscó crear neologismos como corazonario, cajonística y cuentario; así como fomentar el uso de vocablos como liróforo (poeta) y parificar (ejemplificar).
En la década del 70, Marco Aurelio Denegri fue director de la revista “Fascinum” en pleno régimen de Velasco Alvarado. Definió la publicación como “esclarecedora y atibia, ineufemística y descizañante, la más franca y valiente”. Allí trataba la sexualidad (tema al que le dedicó diversos programas y libros) y el erotismo con información, detalles históricos e ilustraciones. Por tratar de difundir la cultura sexual terminó en la cárcel por una breve etapa.
Pesimista (creía que avanzaba la estupidización del ser humano) y misántropo (no soportable a las personas por más de cuatro horas), Marco Aurelio Denegri falleció sin callarse nada, contra el inmediatismo, fragmentarismo, superficialismo y facilismo que “están despotenciando al ser humano”.
Comparte esta noticia