Los jóvenes peruanos se enfrentarán a importantes cambios laborales para 2030; así lo informó Ayuda en Acción y CEPAL. Bajo este marco, advierte que sin políticas públicas, la juventud enfrentará mayores tasas de desempleo e inestabilidad.
Los jóvenes peruanos experimentarán cambios sustanciales en sus oportunidades laborales hacia 2030, ya que los que están ocupados se concentrarán en el sector servicios y dejarán las ocupaciones asociadas al trabajo agrícola y manufacturero; así lo informó estudio prospectivo de Ayuda en Acción y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El Perú enfrenta desafíos de productividad y sostenibilidad en un contexto de bajo crecimiento, alta desigualdad y limitada gobernanza.
El cambio de sectores laborales podría generar empleo formal a corto plazo para los jóvenes, pero la ausencia de políticas públicas específicas podría aumentar la precariedad laboral y el desempleo juvenil a mediano plazo.
En cuanto al sector educación, se han logrado avances en acceso y finalización, pero persisten brechas de calidad e inclusión, especialmente entre niveles socioeconómicos, que afectan las trayectorias educativas y laborales.
"Sin políticas públicas específicas para mitigar estos riesgos, las tasas de desempleo e inestabilidad laboral podrían crecer, sobre todo ante el impacto del cambio climático y otros procesos migratorios que intensifican la competencia laboral en zonas urbanas," señala Matías Figueroa, directivo de la fundación Ayuda en Acción, quien ha presentado el informe junto con Andrés Espejo, oficial de asuntos económicos de la CEPAL.
Juventud, desigualdades y empleo en América Latina
Los mercados laborales en la región presentan problemas estructurales, con gran enfoque en la desigualdad. Ello es una desventaja para los jóvenes, ya que les cuesta encontrar empleo, incrementa las tasas de desocupación, acceso a trabajos con menos remuneración, entre otras situaciones.
Según los datos del informe, en 2022, más del 20 % de las personas ocupadas entre 15 y 29 años reciben ingresos laborales menores a la línea de la pobreza, mientras que el 37 % recibe ingresos menores a los salarios mínimos nacionales.
Este resultado tiene un impacto en la pobreza, siendo la infancia y la juventud las más afectadas: el 31 % de las personas entre 15 a 19 años se encontraba en situación de pobreza, y el 8.5 %, en situación de pobreza extrema.
Estos porcentajes disminuyen a 22 % y 5.7 %, respectivamente, en la población entre 20 y 24 años, y a 21.5 % y 5.6 %, respectivamente, en la población entre 25 y 29 años.
Desafíos y proyecciones para 2030
El análisis de Ayuda en Acción y CEPAL plantea un escenario realista donde el 70 % de la juventud ocupada en 2030 se concentraría en los servicios públicos y empresas (34.6 %), comercio (30.2 %) y servicios básicos (6.4 %). Mientras que un menor porcentaje se ubicaría en manufactura (13.3 %), agricultura (8.2 %) y construcción (7.4 %).
En el Perú, la caída más marcada de ocupación juvenil se dará en el sector agrícola, seguidamente de la industria manufacturera. De igual manera, se espera que el crecimiento en el empleo juvenil, dentro del sector servicios, se concentre en la construcción y servicios básicos, subsectores que se perfilan, así como los motores del nuevo mercado laboral del país.
Sin embargo, el estudio insiste en que, sin políticas públicas específicas, la juventud peruana podría enfrentar mayor desempleo y precariedad laboral.
“La juventud tiene el potencial de ser un motor de cambio estructural en América Latina. Para esto, es esencial que sus necesidades y aspiraciones se conviertan en el centro de las políticas de desarrollo en la región para garantizar un futuro laboral digno y sostenible”, considera Figueroa.
Recomendaciones para el 2030
- Impulso a la formalización del empleo juvenil: Se recomienda implementar programas que reduzcan la elevada informalidad laboral entre los jóvenes, ofreciendo protección social y mejorando las condiciones laborales.
- Creación de empleos de calidad: Es clave priorizar sectores de alto valor como los servicios públicos, la tecnología y las energías sostenibles, que ofrecen mayor estabilidad y posibilidades de desarrollo profesional para los jóvenes.
- Eliminación de brechas de género: Abordar las desigualdades de género en el ámbito laboral es crucial para asegurar la inclusión de mujeres jóvenes en trabajos de calidad, promoviendo la equidad en las oportunidades.
- Mejora de los sistemas de información laboral: Proveer a los jóvenes de información actualizada y confiable sobre el mercado laboral, facilita su inserción y mejora las condiciones de sus empleos.
- Aumento en la inversión en educación y formación: Establecer programas de capacitación y reforzar la calidad de la educación técnica permitirá a los jóvenes adaptarse a las demandas cambiantes del mercado, en un contexto de automatización y transformación digital.
“Invertir en la juventud es lo más justo socialmente, pero también es lo más inteligente para el futuro de la región. Esto requiere una concepción integral de las políticas hacia adolescentes y jóvenes, trabajando activamente para superar las brechas existentes y reducir las desigualdades”, sostiene Matías Figueroa.
“Asimismo, es esencial que las políticas enfocadas en las juventudes incluyan la participación de las personas jóvenes en la toma de decisiones y en la formulación de las políticas que les atañen”, finaliza el experto.
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