“Si te declaras como único culpable todos los demás quedaremos libres y podremos conforman la Corporación Maldini”, le dice a su hijo.
Miguel Ignacio de las Casas llega al presidio para visitar a su hijo Nicolás que no puede contener las lágrimas al ver a su padre. “¡Sácame de aquí, papá!”, le implora pero Miguel Ignacio lo mira muy serio.
“Tienes que echarte la culpa de todo”, le propone y Nicolás no puede creer lo que está escuchando. “Pero yo pensé que ibas a traerme el mejor abogado del país para que me saque de aquí”, dice el joven. “Estás acusado de lavado de activos, el gerente general de la mayor constructora del país está preso por hacer negocios con un narcotraficante”, insiste Miguel Ignacio. “¡Pero soy inocente!”, exclama Nicolás. “Te pedí que respetaras los protocolos, que investigaras a Ángel Gaviria, tú lo llevaste a la constructora y no hiciste nada de lo que te pedí. Hiciste negocios con una traficante de drogas”, le dice su padre.
“Si te declaras como único culpable todos los demás saldrán de la cárcel. Tienes que pensar en el honor de la familia. Al declararte culpable podré realizar la Corporación Maldini. Eres joven y en unos cinco o seis años podrás gozar de todo lo que lograré realizar en ese tiempo”, añade Miguel Ignacio. Nicolás se niega y entonces su padre insiste. “Has demostrado que eres un inepto para los negocios. Sé un poco hombre y declárate culpable”, señala. “¡Nunca! ¡Ni muerto!”, grita Nicolás que se siente sumamente decepcionado de su padre.
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