En Nepeña, valle ancestral y enigmático, se mezcla con la generosidad de su gente, que busca promover este lugar como nuevo destino turístico de los viajeros.
Una serpiente inmortalizada en la cima de una piedra, que pretendió regresar a su hábitat y fue descubierta por un ser supremo, que la petrificó por la eternidad o un tallado realizado por las más antiguos pobladores que se desarrollaron, hace siglos en el distrito de Nepeña, provincia del Santa (Áncash) es uno de los más enigmáticos atractivos que tiene Nepeña, "valle hermoso y de tierra fértil”.
Esta ciudad está ubicada en un hermoso valle con gran riqueza agrícola y morada arqueológica de innumerable valor histórico, siempre vigilados por el serpenteante “Rastro de la Culebra” como conocen los lugareños a este lugar lleno de misterio.
Este paraje está ubicado a solo 10 minutos, de la hermosa plaza de Armas de Nepeña, donde los pobladores están orgullosos de su tierra prominente y bondadosa en cultivos como la palta, el espárrago y la uva, muestran habidos a los visitantes este enigmática piedra tallada, ubicada en la Huaca de la Culebra.
Lugar que es el inicio del viajero, dispuesto a conocer y valorar lo nuestro y nada mejor que ir en busca de uno de los recintos arqueológicos más importantes de Áncash. Con ustedes el Punkurí.
Testimonio de la grandeza, donde se puede apreciar omnipotente en lo alto del templo Punkurí, al Dios Kon, máxima deidad de los guerreros Sechin, representado por un puma de piedra, quien hace 2 mil 200 años antes de cristo, decidió ubicarse en lo alto de su reino para vigilar hasta la eternidad al valle de Nepeña.
Debemos conocer que en los tiempos del dominio Sechín. Punkurí era una majestuosa construcción piramidal de 3 mil metros cuadrados, con cuatro niveles que superaban los 10 metros de altura, estaba matizado con relieves de varios colores, de los cuales quedan solo unos pocos fragmentos, cuenta el arqueólogo Lorenzo Samaniego.
Pero parte de este singular recorrido también nos invita visitar la comunidad de San Jacinto, donde es fascinante el contraste del cielo azulado con el verdor de las plantaciones, pues no podemos negar que los agricultores de esta zona son grandes productores de algodón, caña de azúcar y uva.
Sin embargo, si hablamos de uva, no podemos evitar relacionar este producto con el pisco peruano y con ello disfrutar de un sorbo de esta emblemática bebida en nuestra imaginación.
Dejemos de soñar y vamos al poblado Motyocachy, donde dicen se elabora el mejor pisco del Perú a por ello el productor Alfredo Mayorga Rojas muestra orgulloso la tradición del proceso del buen pisco, que de seguro aplacará la sed del viajero.
Por: Manuel Sarango Ibáñez
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