Silvia Billinghurst Hidalgo solo ha heredado el apellido de su bisabuelo, pues ella no cuenta siquiera con un Seguro Integral de Salud (SIS), básico para los peruanos de menos recursos.
"Siempre digo que yo tengo sangre azul", dice Silvia Lourdes Billinghurst Hidalgo, quien no es una florista cualquiera, pues por sus venas corre la sangre del expresidente Guillermo Billinghurst Angulo.
Esta mujer trabajadora de 44 años es consciente de que su apellido es toda la herencia que le dejó el exgobernante, y que a base de su propio esfuerzo ha logrado poner en marcha "Los girasoles de mamá", su puesto en el Mercado de Flores de Surquillo.
Guillermo Billinghurst Angulo gobernó el Perú entre 1912 y 1914. Como miembro del Partido Demócrata trabajó por la clase obrera, pavimentó calles de Lima e impulsó la jornada de ocho horas para los trabajadores del Muelle del Callao.
Fue un golpe de Estado en 1914, lo que obligó a Billinghurst a renunciar, y tras ser deportado a Iquique (Chile) falleció al año siguiente.
"Siempre he vivido orgullosa a pesar de que no he tenido ningún beneficio. Es bonito, porque así no más uno no tiene un apellido tan ilustre, tan apreciado", comenta doña Silvia Billinghurst al reconocer la obra de su histórico familiar.
NO CUENTA CON SEGURO BÁSICO DE SALUD
Pero, la sonrisa de la orgullosa Silvia se borra cuando recuerda la muerte de su hermana y la promesa que le hizo de cuidar a sus sobrinos, compromiso que no pudo cumplir debido a que el padre de los menores se los llevó a Japón.
Ese triste episodio en su vida le provocó un asma emotiva, enfermedad que no puede tratar porque la "heredera" del expresidente Guillermo Billinghurst no cuenta siquiera con un Seguro Integral de Salud (SIS), básico para los peruanos de menos recursos.
"Me lo han quitado porque no sabía que ahora el SIS es a través del Gobierno. Como he estado enferma recién he venido a trabajar y he dejado de pagar cuatro meses a la Sunat", cuenta resignada.
Sin embargo, los golpes de la vida no la han amilanado, el aprecio de sus compañeros de trabajo y el amor de su nieto Guillermo, quien todas las tardes le lleva el almuerzo y la acompaña en su puesto en el mercado, la fortalecen.
Más allá de su distinguido apellido, Silvia Billinghurst Hidalgo no ha heredado las riquezas de su bisabuelo, por eso ella está decidida en seguir trabajando, sabe que con esfuerzo y gracias a su talento para hacer arreglos florales, logrará la venta de 50 soles diarios que sostiene a su familia; aunque ¿quién sabe? quizá al conocerse su historia pueda correr con mejor suerte.
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