Fue un personaje muy querido por los británicos, desde su matrimonio con el príncipe Carlos de Inglaterra hasta su última relación con el multimillonario egipcio Dodi al Fayed.
Desde su comienzo de princesa de cuento hasta el trágico final que la convirtió en leyenda, la vida de Diana de Gales, que habría cumplido hoy 51 años, estuvo plagada de luces y sombras, lo que alimentó el cariño popular hacia este icono de la moda y de la solidaridad.
Su historia se narra con glamour, admiración pero también con compasión, porque la llamada "princesa del pueblo" padeció en palacio algunos de los capítulos más tristes de su vida.
Los paparazzi, de quienes huía cuando el vehículo en el que viajaba se estrelló en el túnel del Alma de París a 196 kilómetros por hora el 31 de agosto de 1997, capturaban 16 años antes las primeras instantáneas de esta joven tímida en la Plaza St. George de Londres, al salir de la guardería donde trabajaba, meses antes de la boda real que transformó su vida.
Fue un personaje muy querido por los británicos, desde su matrimonio con el príncipe Carlos de Inglaterra hasta su última relación con el multimillonario egipcio Dodi al Fayed, con quien dicen encontró la felicidad y junto a quien murió. Protagonista durante 16 años de portadas y objetivo de flashes y miradas.
De semblante dulce y aspecto radiante, lució modelos de los mejores diseñadores, como el de Elizabeth y David Emanuel, recientemente subastado, que vistió en 1981 en su primer acto público tras su compromiso con el príncipe.
El traje, de tafetán negro y con escote palabra de honor rematado con un volante, despertó admiración entre el público y la prensa, y críticas entre la realeza, que reserva este color para el luto y estaba poco acostumbrada a ver a una mujer tan sexy en la corte.
En sus tareas como princesa, se ocupó de temas relacionados con los minusválidos, la infancia, el sida, el ballet o la música, y presidió y patrocinó varias organizaciones benéficas.
El cariño y cercanía de Lady Di contrastaron siempre con la aparente frialdad de la reina Isabel II, especialmente en el trato con sus hijos, a quienes no pudo dedicar todo el tiempo que le hubiera gustado por los compromisos que exige una agenda real.
España fue uno de los destinos vacacionales de la pareja. En 1987 los príncipes de Gales, Carlos y Diana, fueron invitados por los Juan Carlos y Sofía y en años posteriores repitieron estancia en la isla mediterránea de Mallorca acompañados por sus hijos Guillermo y Enrique.
En 1989, cuando el matrimonio parecía haber superado sus dificultades, se distanció tras la aparición en la prensa de unas fotografías de la princesa con un antiguo amigo.
Sin embargo, lo que llevó al traste al matrimonio fue la relación del Príncipe Carlos con Camila Parker-Bowles, su actual esposa y duquesa de Cornualles.
Diana admitiría años después varios intentos de suicidio e incluso llegó a reconocer su adulterio con el oficial de caballería James Hewitt en una entrevista en el programa "Panorama" de la BBC, en 1995, en la que también se quejaba de que en su matrimonio había "tres personas", en alusión a Parker-Bowles.
Traslucía una princesa triste marcada por las inseguridades de su niñez y el fracaso de su matrimonio, lo que la sumió en un vacío que intentó superar con sus hijos y su dedicación a causas benéficas.
Además de en la polémica entrevista, estas intimidades están recogidas en los documentales "Diana: los testigos en el túnel", "Diana: su vida en joyas" y "Los vestidos de Diana".
En enero de 1997 visitó Angola bajo el patrocinio de la Cruz Roja británica en apoyo de la campaña para la eliminación de minas antipersona, algo muy criticado por el gobierno conservador que desató la polémica en Reino Unido, pero que no le impidió encabezar otra misión a Bosnia con el Partido Laborista ese verano.
Precisamente a principios de agosto de ese año salía a la luz su relación con Dodi Al Fayed, hijo del entonces dueño de los almacenes Harrods, Mohamed Al Fayed.
Solo cuatro semanas después perdería la vida en París la mujer que logró modernizar y humanizar a la monarquía británica, una institución que hoy recupera esa frescura que impregnó Lady Di con Catalina Middleton, duquesa de Cambridge, cuyo anillo de compromiso fue el de la princesa Diana y que la duquesa luce siempre en su dedo anular.
EFE
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