´Creo que cometí un error al principio, porque le cerré la puerta a la prensa. No di entrevistas, como me dijeron algunos compañeros y yo les hice caso´, declaró Carlos Mamani.
Carlos Mamani, el boliviano perteneciente al grupo de 33 mineros que sobrevivieron 70 días atrapados a 700 metros de profundidad en el norte de Chile, vive hoy olvidado y pobre en Copiapó, viendo de lejos el éxito alcanzado tras el homérico episodio por sus compañeros de encierro.
"Creo que cometí un error al principio, porque le cerré la puerta a la prensa. No di entrevistas, como me dijeron algunos compañeros y yo les hice caso", dijo Mamani al diario Las Últimas Noticias.
Mientras sus compañeros aparecen en programas estelares de la televisión estadounidense, se fotografían con los jugadores del Manchester United o ganan dinero ofreciendo charlas motivacionales, Mamani busca trabajo, con su espíritu aún convulsionado por el impacto de la tragedia que vivió, según dijo.
Mamani, quien vive con su esposa e hija en una casa que no tiene agua ni alcantarillado, fue a la Municipalidad de Copiapó a gestionar un terreno para levantar una vivienda mejor y no tuvo acogida.
"Mal me fue (...). Lo único que me ofrecieron fue unas mediaguas (casas de emergencia) y nada más. Esperé y esperé y nunca llegaron. También fui a la Intendencia (gobernación) y me dijeron que no podían hacer nada. Quizás podría salir algo en enero, me dijeron, pero no es nada seguro", relató.
Por el momento, su único ingreso es lo que les paga la Mutual de Seguridad a los 33 mineros que estuvieron desde el 5 de agosto hasta el 13 de octubre atrapados en la Mina San José, equivalente a unos 500 dólares mensuales.
Respecto de la oferta de un trabajo en su país que le hizo el presidente de Bolivia, Evo Morales, Mamani señaló: "No quiero comentar lo que pasó con ese trabajo".
"Por ahora quiero estar en Chile, por si aparece algún contrato de la película que quieren hacer. Quiero estar aquí para firmar y asegurar mis derechos", añadió.
"Tampoco sé muy bien en qué trabajar más adelante. Trabajar en una mina me da miedo, aún tengo pesadillas", acotó el joven boliviano, de 24 años, que se cansó de pedir ayuda. "Ya me daba vergüenza pedirla", comentó.
Johnny Quispe, el suegro de Mamani y también minero, dijo al mismo diario que el joven necesita más apoyo. "No ha tenido tantas entrevistas ni apariciones como los demás. Es que él es muy humilde", consideró.
Omar Reygadas, otro de los 33 mineros que se hizo muy amigo de Mamani durante el encierro, coincidió en que el boliviano es muy humilde, pero también "muy esforzado" y le aconsejó quedarse en Chile, "porque aquí hay más y mejores oportunidades" en lo que quiere trabajar, que es en la operación de maquinaria pesada. EFE
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