La cinta, que es protagonizada por Susan Sarandon, Mark Whalberg y Rachel Weisz, narra el devenir de una familia tras un asesinato.
Un Londres frío y gris acogió el estreno mundial
del último film del laureado director Peter Jackson, "The Lovely
Bones", una adaptación del "bestseller" homónimo, que narra el
devenir de una familia tras el asesinato de su hija adolescente a manos de un
vecino.
El oscarizado cineasta regresa a la gran pantalla cuatro años después de su última película, rodeado de un sólido reparto encabezado por Susan Sarandon y completado por nombres de la talla de Rachel Weisz ("El jardinero fiel") y Mark Whalberg ("Infiltrados").
"The Lovely Bones" es una adaptación de la novela homónima que catapultó a la fama hace siete años a la escritora estadounidense Alice Sebold y su puesta de largo ha contado con la presencia de Carlos de Inglaterra y su esposa, Camilla, duquesa de Cornualles.
El argumento gira en torno al asesinato de Susie Salmon (Saoirse Ronan, "Expiación"), una niña de 14 años que es brutalmente violada, asesinada y descuartizada, una fría tarde de invierno de 1973 cuando volvía del colegio, por su vecino George Harvey (Stanley Tucci, "Julie & Julia").
A raíz de ese trágico incidente, la trama muestra cómo la pequeña observa a su familia, rota de dolor, desde su particular limbo y cómo ésta se niega a aceptar su muerte y a dar el paso definitivo al "más allá" sin antes dejar bien atados todos los cabos en la Tierra.
Así, el espíritu de Susie logra conectar con su padre, Jack (Mark Whalberg), quien siente haber fracasado a la hora de proteger a su niña y decide comenzar a investigar a los vecinos para descubrir la verdad y dar a Susie el descanso eterno.
Sin embargo, su extrema implicación personal en la investigación comienza a hacer mella no sólo en su salud mental, sino en el resto de la familia, incapaz de dejar atrás el terrible suceso.
Ante esta situación, la película muestra cómo la joven se ve obligada a combatir su frustración inicial, su soledad y un inmenso deseo de venganza para que su familia pueda seguir adelante.
Según ha explicado el propio Jackson a los medios, este film ha supuesto "el mayor reto" de su carrera, ya que la novela contiene "una mezcla de géneros que hacen difícil crear una película que pueda ser etiquetada dentro de uno de ellos".
Y es que, a pesar del tremendo dramatismo que desprende (el film comienza con la frase "Me llamo Susie, tengo 14 años y fui asesinada"), la cinta también tiene toques de humor, que corren a cargo de Susan Sarandon, la particular abuela de Susie, que, cargada de alcohol y tabaco, acude al rescate de la familia en los momentos más difíciles.
"A pesar de que es un desastre, es una mujer proactiva que trata de dar lo mejor de sí", justificó Sarandon, que añadió en tono jocoso: "Me sentí como en casa interpretando rodeada de bebida y cigarrillos".
Bromas aparte, Peter Jackson quiso dejar claro que el mensaje de la película "es eminentemente positivo, de amor, de gente que trata de rehacer su vida tras un evento traumático".
"La película hace que uno se dé cuenta de lo afortunado que es y recuerda lo rápido que la vida puede cambiar y cómo el desastre puede sobrevenir de un momento a otro", apuntó el cineasta.
Para Sarandon, casada con el actor Tim Robbins y madre de tres hijos, esta triste historia "te ayuda a aceptar la mortalidad, a aceptar que hay que dejar a los jóvenes vivir su vida y, a partir de ahí, confiar en el universo".
Una de las partes más originales y más espectaculares del drama reside en la representación del mundo después de la muerte, un escenario eminentemente emocional que fue "tremendamente difícil de recrear", según el director de la trilogía de "El señor de los anillos".
Sin ninguna referencia religiosa, "se ofrece una visión que se acomoda a los puntos de vista de todo el mundo, ya que sólo se hace referencia a una luz dorada en la que cada uno puede ver lo que quiera", apostilla un Jackson que no duda en confesar que no cree en ninguna religión.
A pesar de ello, el neozelandés sí le concede credibilidad a algún tipo de vida después de la muerte, e incluso se aventura a confesar que ha tenido experiencias parapsicológicas en algún momento de su vida. "No creo en la religión, pero tampoco en que seamos sólo células.
Creo que hay una energía que no se destruye tras la muerte. Hace veinte años yo mismo vi la imagen de una mujer aterrada en un apartamento de un amigo en Nueva Zelanda, una mujer que no estaba allí", reconoció.
De este modo, un Peter Jackson más humano, y celestial, que nunca vuelve a realizar la adaptación de una novela, como ya lo hiciera en los albores del siglo XXI de la mano de la exitosa saga de J.R. Tolkien, que le valió el reconocimiento a nivel mundial.
"No siento la presión ante cada nuevo filme -indicó Jackson-. Hago películas personales, que me gusten a mí mismo. Claro que tengo que pensar en la audiencia, sería utópico no hacerlo, pero no dejo que me domine". He ahí su secreto del éxito.
EFE
El oscarizado cineasta regresa a la gran pantalla cuatro años después de su última película, rodeado de un sólido reparto encabezado por Susan Sarandon y completado por nombres de la talla de Rachel Weisz ("El jardinero fiel") y Mark Whalberg ("Infiltrados").
"The Lovely Bones" es una adaptación de la novela homónima que catapultó a la fama hace siete años a la escritora estadounidense Alice Sebold y su puesta de largo ha contado con la presencia de Carlos de Inglaterra y su esposa, Camilla, duquesa de Cornualles.
El argumento gira en torno al asesinato de Susie Salmon (Saoirse Ronan, "Expiación"), una niña de 14 años que es brutalmente violada, asesinada y descuartizada, una fría tarde de invierno de 1973 cuando volvía del colegio, por su vecino George Harvey (Stanley Tucci, "Julie & Julia").
A raíz de ese trágico incidente, la trama muestra cómo la pequeña observa a su familia, rota de dolor, desde su particular limbo y cómo ésta se niega a aceptar su muerte y a dar el paso definitivo al "más allá" sin antes dejar bien atados todos los cabos en la Tierra.
Así, el espíritu de Susie logra conectar con su padre, Jack (Mark Whalberg), quien siente haber fracasado a la hora de proteger a su niña y decide comenzar a investigar a los vecinos para descubrir la verdad y dar a Susie el descanso eterno.
Sin embargo, su extrema implicación personal en la investigación comienza a hacer mella no sólo en su salud mental, sino en el resto de la familia, incapaz de dejar atrás el terrible suceso.
Ante esta situación, la película muestra cómo la joven se ve obligada a combatir su frustración inicial, su soledad y un inmenso deseo de venganza para que su familia pueda seguir adelante.
Según ha explicado el propio Jackson a los medios, este film ha supuesto "el mayor reto" de su carrera, ya que la novela contiene "una mezcla de géneros que hacen difícil crear una película que pueda ser etiquetada dentro de uno de ellos".
Y es que, a pesar del tremendo dramatismo que desprende (el film comienza con la frase "Me llamo Susie, tengo 14 años y fui asesinada"), la cinta también tiene toques de humor, que corren a cargo de Susan Sarandon, la particular abuela de Susie, que, cargada de alcohol y tabaco, acude al rescate de la familia en los momentos más difíciles.
"A pesar de que es un desastre, es una mujer proactiva que trata de dar lo mejor de sí", justificó Sarandon, que añadió en tono jocoso: "Me sentí como en casa interpretando rodeada de bebida y cigarrillos".
Bromas aparte, Peter Jackson quiso dejar claro que el mensaje de la película "es eminentemente positivo, de amor, de gente que trata de rehacer su vida tras un evento traumático".
"La película hace que uno se dé cuenta de lo afortunado que es y recuerda lo rápido que la vida puede cambiar y cómo el desastre puede sobrevenir de un momento a otro", apuntó el cineasta.
Para Sarandon, casada con el actor Tim Robbins y madre de tres hijos, esta triste historia "te ayuda a aceptar la mortalidad, a aceptar que hay que dejar a los jóvenes vivir su vida y, a partir de ahí, confiar en el universo".
Una de las partes más originales y más espectaculares del drama reside en la representación del mundo después de la muerte, un escenario eminentemente emocional que fue "tremendamente difícil de recrear", según el director de la trilogía de "El señor de los anillos".
Sin ninguna referencia religiosa, "se ofrece una visión que se acomoda a los puntos de vista de todo el mundo, ya que sólo se hace referencia a una luz dorada en la que cada uno puede ver lo que quiera", apostilla un Jackson que no duda en confesar que no cree en ninguna religión.
A pesar de ello, el neozelandés sí le concede credibilidad a algún tipo de vida después de la muerte, e incluso se aventura a confesar que ha tenido experiencias parapsicológicas en algún momento de su vida. "No creo en la religión, pero tampoco en que seamos sólo células.
Creo que hay una energía que no se destruye tras la muerte. Hace veinte años yo mismo vi la imagen de una mujer aterrada en un apartamento de un amigo en Nueva Zelanda, una mujer que no estaba allí", reconoció.
De este modo, un Peter Jackson más humano, y celestial, que nunca vuelve a realizar la adaptación de una novela, como ya lo hiciera en los albores del siglo XXI de la mano de la exitosa saga de J.R. Tolkien, que le valió el reconocimiento a nivel mundial.
"No siento la presión ante cada nuevo filme -indicó Jackson-. Hago películas personales, que me gusten a mí mismo. Claro que tengo que pensar en la audiencia, sería utópico no hacerlo, pero no dejo que me domine". He ahí su secreto del éxito.
EFE
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