Dos jóvenes libreros, Julio Zavala (Íbero) y Manuel Bocanegra (Crisol), nos cuentan sus experiencias cuando se trata de recomendar un buen libro a los lectores.
El 30 de noviembre se celebra el día de las librerías y también el de los lectores y lectoras que visitan con cierta asiduidad los puntos de venta editorial buscando el libro recomendado, o de quienes quieren que el libro los encuentre.
Más allá del formato, el autor o el contenido en sí que siempre vamos a encontrar en una librería, ¿cómo es que el lector llega al libro o autor que luego se convertirá en su favorito? Dos jóvenes libreros nos comparten sus secretos y experiencias.
Julio Zavala, jefe editorial de la librería Íbero, con siete años de profesión libresca, y del que ha hecho toda una carrera. Manuel Bocanegra, de la librería Crisol, y todo un apasionado de la lectura, además de su afición a la música. Un punto en común en ambos libreros es que crecieron influenciados por los libros que desde niños encontraron en sus casas, y las largas horas que disfrutaron con sus lecturas.
En una entretenida conversación con Renato Cisneros en Letras en el tiempo, tanto Julio como Manuel confesaron qué es lo que los llevó a situarse como libreros en estas reconocidas librerías de la capital y antes en otras; pues ambos no estudiaron precisamente esta profesión, pero el tiempo y las circunstancias los fue definiendo como tales.
En el caso de Julio, fue perfilándose en esta profesión desde niño. “Mi papá trabajaba en una editorial imprenta, Atlántida, allá por los años 80 y 90, y todos esos libros nutrieron un poco mi infancia. Todas las semanas traía libros de filosofía, poesía, antropología y cosas así. Mi casa representaba el universo de una librería”. Ese sería su punto de partida para esta gran afición por los libros y las bibliotecas.
El gusto por los libros en Manuel nació en la Universidad cuando estudiaba Comunicación Social, al punto de convertirse en un verdadero bibliófilo. “Fue como una especie de desencantamiento de otras actividades que me resultaban un poco estresantes. Tuve un acercamiento a los libros desde mucho antes, y entrar a trabajar a las librerías me fue fácil”, con toda esa información acumulada, hoy le resulta cómodo trabajar con los libros y relacionarse con los lectores.
¿Qué se requiere para ser un librero?, ¿cualquier aficionado podría serlo? Ambos coincidieron que lo más importante es observar y conocer el perfil del lector, así como sus gustos; establecer un mínimo de contacto con ellos para saber exactamente qué es lo que realmente buscan para leer u obsequiar. Si bien al inicio les costó adecuarse a las exigencias propias del cliente, en el camino fueron aprendiendo a interactuar con ellos.
“Yo trato de preguntar qué cosa es lo que le gusta. Sé qué autores son más o menos análogos a determinado escritor, entonces le recomiendo algo similar sin decirle esto es lo que a mí me gusta”, señala Julio Zavala, de Íbero, quien se emociona cuando alguien adquiere un libro que él ha leído y recomendado, y esta persona vuelve luego para agradecerle, creándose así un círculo de lectores.
“Depende de la apertura del cliente. A veces se les ve ávidos de conocer otras cosas, ahí puede entrar a tallar una buena recomendación”, agrega Manuel Bocanegra, de Crisol, quien sueña con tener algún día una librería de viejos, de libros de segunda mano, y que tienen como dueños a bibliófilos, como alguna vez vio en algunas librerías de Buenos Aires, en Argentina.
No te pierdas este sábado 01 de diciembre, a las 2:30 de la tarde (y la repetición el domingo a las 5:30 p.m.), la entrevista de Renato Cisneros a los libreros Julio Zavala (Íbero) y Manuel Bocanegra (Crisol), en el programa Letras en el tiempo.
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Textos y producción del programa: Amelia Villanueva Ramirez
Paseo de la República 3866
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