Festejos, valses y más. La cantante criolla nos dejó un legado invaluable de temas que demuestran por qué es icono de la música peruana.
Se fue al cielo Lucila Campos, una criolla de oro que sentía la música como vivía. A los 78 años su corazón de apagó en una sala del hospital Rebagliati a causa de una diabetes que arrastraba desde hace algunos años. Se le fue la vida pero queda el consuelo de su música.
Limeñísima, jovial y carismática, su infancia en las calles del barrio de Lince fueron parte de su formación musical. Espacio criollo que compartió junto a su padre don Pedro Campos Ochoa, cañetano con quien compartió y de quien heredó el talento para la música criolla y negra.
Lo que vendría después sería el inicio de una trayectoria exitosa: en 1969 integró la Asociación Cultural Afroperuana Perú Negro durante 17 años. Y sus primeros hits, el Guaranguito, Toro Mata, Samba Malató, entre otros.
Pero no solo festejos sino también valses y otros ritmos. No te he dado motivo, Si me faltaras amor, entre otros forman parte del inolvidable repertorio de Campos, que permanecerá como pieza fundamental del criollismo.
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