Se estrenó sin énfasis en Venecia, pero EEUU parece decidida a recuperarla para los Oscar: The Hurt Locker es un ambiguo retrato del héroe de guerra del siglo XXI.
Se estrenó sin énfasis en Venecia en 2008, pero Estados Unidos parece decidida a recuperarla para los Oscar: "The Hurt Locker", de Kathryn Bigelow, es un ambiguo retrato del héroe de guerra del siglo XXI, que bordea lo épico y lo psicótico en esta vibrante y seca muestra de cine bélico.
¿Qué tiene, entonces, esta película para que Europa la dejara escapar y Hollywood le esté dando sus mejores elogios?
Quizá, la oposición generalizada en el viejo continente a la Guerra de Irak -sobre la que Bigelow ni dice ni desdice- provocó cierta miopía hacia el astuto análisis que hace "The Hurt Locker" de la complejidad moral del concepto de "profesionalidad" en la batalla.
La irregular directora de la sugerente "Días extraños" y la imposible "El peso del agua" tiene dos méritos indiscutibles: descubrir al actor Jeremy Renner, un torbellino muy a tener en cuenta a partir de ahora, y convertir "The Hurt Locker" en la prueba más fehaciente de que una mujer no aporta por definición un toque femenino a sus películas.
Bigelow -que cuenta en el reparto con Ralph Fiennes y Guy Pearce- es capaz de aportar vigor, adrenalina, agresividad y aridez -cualidades que, para beneficio de ninguno de los dos sexos, son atribuidas al hombre- y, además, consigue dibujar lo difuso del código moral en una guerra inmoral.
¿Cuál es el protocolo? ¿Aplicar la prudencia y perder a un compañero? ¿Ejecutar al oponente cuando todavía no ha cometido ninguna acción ofensiva? El absurdo de la guerra sigue siendo muy fácil de argumentar. Incluso cuando la misión en la que se centra la película es la de desactivar bombas.
Pero el escalofrío recorre al espectador con más potencia cuando observa de cerca al héroe: un hombre desquiciado, adicto al riesgo y que pone en peligro a su pelotón en cada misión. ¿Horrible? Desde luego. ¿Hay otra manera? Ahí Bigelow ni sabe ni contesta. Siembra una incógnita peliaguda.
Se limita a mostrar el magnetismo de ese carisma desbocado y virulento, adicto al conflicto e inadaptado en la vida del resto de los mortales. Cada uno, reflexiona la directora de manera demasiado explícita al final, necesita realizarse como persona en aquello que descubre como su mejor talento.
¿Qué hacer, entonces, cuando se sabe que la plenitud se alcanza sintiendo el aliento de la muerte? "The Hurt Locker" es un mazazo para el moralismo. Sin ser tramposa, no es fascista ni pacifista. Es compleja, a pesar de que se construye con varias misiones de estructura muy similar y suspende por momentos el ritmo de la película.
Sin embargo, aun con errores, la cinta sobrevive y emerge como uno de los títulos del año por lo admirable de su propuesta, lo valiente de su ejecución y la potencia interpretativa -íntimamente ligada a la física- de ese nombre que conviene volver a recordar: Jeremy Renner.
-EFE-
¿Qué tiene, entonces, esta película para que Europa la dejara escapar y Hollywood le esté dando sus mejores elogios?
Quizá, la oposición generalizada en el viejo continente a la Guerra de Irak -sobre la que Bigelow ni dice ni desdice- provocó cierta miopía hacia el astuto análisis que hace "The Hurt Locker" de la complejidad moral del concepto de "profesionalidad" en la batalla.
La irregular directora de la sugerente "Días extraños" y la imposible "El peso del agua" tiene dos méritos indiscutibles: descubrir al actor Jeremy Renner, un torbellino muy a tener en cuenta a partir de ahora, y convertir "The Hurt Locker" en la prueba más fehaciente de que una mujer no aporta por definición un toque femenino a sus películas.
Bigelow -que cuenta en el reparto con Ralph Fiennes y Guy Pearce- es capaz de aportar vigor, adrenalina, agresividad y aridez -cualidades que, para beneficio de ninguno de los dos sexos, son atribuidas al hombre- y, además, consigue dibujar lo difuso del código moral en una guerra inmoral.
¿Cuál es el protocolo? ¿Aplicar la prudencia y perder a un compañero? ¿Ejecutar al oponente cuando todavía no ha cometido ninguna acción ofensiva? El absurdo de la guerra sigue siendo muy fácil de argumentar. Incluso cuando la misión en la que se centra la película es la de desactivar bombas.
Pero el escalofrío recorre al espectador con más potencia cuando observa de cerca al héroe: un hombre desquiciado, adicto al riesgo y que pone en peligro a su pelotón en cada misión. ¿Horrible? Desde luego. ¿Hay otra manera? Ahí Bigelow ni sabe ni contesta. Siembra una incógnita peliaguda.
Se limita a mostrar el magnetismo de ese carisma desbocado y virulento, adicto al conflicto e inadaptado en la vida del resto de los mortales. Cada uno, reflexiona la directora de manera demasiado explícita al final, necesita realizarse como persona en aquello que descubre como su mejor talento.
¿Qué hacer, entonces, cuando se sabe que la plenitud se alcanza sintiendo el aliento de la muerte? "The Hurt Locker" es un mazazo para el moralismo. Sin ser tramposa, no es fascista ni pacifista. Es compleja, a pesar de que se construye con varias misiones de estructura muy similar y suspende por momentos el ritmo de la película.
Sin embargo, aun con errores, la cinta sobrevive y emerge como uno de los títulos del año por lo admirable de su propuesta, lo valiente de su ejecución y la potencia interpretativa -íntimamente ligada a la física- de ese nombre que conviene volver a recordar: Jeremy Renner.
-EFE-
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