Es cierto que en este caso las pretensiones territoriales de Rusia no permiten por ahora imaginar lo que cada una de las partes podría ceder para detener las hostilidades. Por eso es que la guerra es le expresión más cruel y desalentadora del espíritu de autodestrucción.
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Si faltaran razones para temer que la polarización y el rechazo al diálogo avanzan en el mundo, pues la invasión rusa de Ucrania debería bastarnos. Ante los ojos de la humanidad, Vladimir Putin persiste en definir la guerra de agresión que él lanzó hace exactamente un año como una “operación militar especial” destinada a defender los derechos de la población ruso-hablante de Ucrania y hacer valer el principio de libre determinación de los pueblos.
Con esos argumentos ha autorizado el bombardeo de localidades y poblaciones civiles. El presidente ruso pretende imponer una narrativa según la cual su Ejército prolonga la campaña de resistencia contra el agresor nazi que invadió la Unión Soviética en 1941. Peor aún, se trataría de la lucha entre Rusia y el Occidente decidido a someterla y humillarla. Esa retórica le ha permitido mantener el poder en Rusia, pese a la inesperada resistencia ucrania y los reveses sufridos por sus militares.
Pero, por difícil que parezca, el esfuerzo en los campos de batalla es tan importante como el diseño diplomático de una solución justa y duradera. Es cierto que en este caso las pretensiones territoriales de Rusia no permiten por ahora imaginar lo que cada una de las partes podría ceder para detener las hostilidades. Por eso es que la guerra es le expresión más cruel y desalentadora del espíritu de autodestrucción.
Algunos creen que vivimos las consecuencias de la pandemia, otros el resurgimiento del nacionalismo en un mundo sin ideales, desafiado por el cambio climático, el cuestionamiento de la hegemonía norteamericana y el papel polarizador de las redes sociales. Lo seguro es que la guerra en el Este de Europa ha tenido consecuencias hasta en los valles andinos y nos deja a todos con dudas sobre la capacidad humana de construir sociedades de tolerancia y paz.
Las cosas como son
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