"Yo no soy anti" vacunas, "pero no estoy de acuerdo con que sea obligatoria", dice una de las jóvenes que ha accedido a este pase sanitario falso.
La prohibición de que personas sin vacunar ingresen a bares y restaurantes llevó a muchos australianos a inocularse, pero también propició un mercado negro de falsos certificados de vacuna contra el COVID-19.
Molly, de 24 años, quien pidió ocultar su nombre real, salió a disfrutar de la ciudad.
Pese a no estar vacunada, la joven disfruta de la vibrante vida social de Melbourne que en octubre salió de más de 260 días de confinamientos intermitentes.
"Yo no soy anti" vacunas, dijo Molly a la AFP, "pero no estoy de acuerdo con que sea obligatoria".
En las últimas semanas ha usado un pasaporte falso de vacunación obtenido en redes sociales para cenar en varios restaurantes de la ciudad.
"Hay un enlace que circula los últimos meses: se ponen los detalles y te da un pasaporte de vacunación", explicó.
El enlace ha sido removido, pero las autoridades australianas corren atrás de varios otros sitios y aplicaciones que buscan lucrar con la demanda de certificados falsos.
En todo el país, la búsqueda de tales documentos en Google se disparó cuando en octubre se anunciaron las reglas para personas no vacunadas, que limitan su ingreso a establecimientos.
Un sitio activo dice vender certificados para Australia, Estados Unidos, Gran Bretaña y Pakistán por 500 dólares.
Expertos en salud temen que los certificados falsos ponen a los dueños en riesgo y pueden provocar brotes y complicar el trazado de contactos.
Es difícil cuantificar los documentos falsos en circulación, pero un canal de Telegram que promueve certificados fraudulentos en Australia tiene más de 64.000 miembros.
"Se consiguen bastante fácil en la red oscura", dijo Vince Hurley, un detective retirado que da clases de criminología en la Universidad Macquarie.
"El precio va de 100 a 1.000 dólares australianos (74 a 740 dólares) dependiendo de la calidad, la reputación del vendedor y los comentarios de otros usuarios", dijo.
Pese al riesgo de hasta 10 años de prisión y multas por hasta 7.400 dólares estadounidenses, algunos australianos han comprado certificados falsos o los han fabricado ellos mismos.
Salim, de 27 años, quien también pidió no usar su nombre real, creó su propio pasaporte de vacunación utilizando como patrón el documento real de un amigo.
Lo ha utilizado en restaurantes, gimnasios y salones, y no teme los riesgos legales.
"Me veo obligado a hacer esto porque no me dieron opción. No estoy robando un banco, no estoy dañando a nadie", dijo a AFP.
"Conozco al menos 10 personas con documentos falsos de vacunación", agregó.
No entrarás
La Policía Federal Australiana está consciente del problema y prometió "mantener la integridad de la vacunación contra el COVID-19", indico un portavoz.
Para abordar el tema, las autoridades comenzaron a rehacer los primeros pasaportes de vacunación con hologramas digitales, códigos QR y otros métodos contra la falsificación.
Pero según Hurley, existe una "ley de retornos decrecientes" en la vigilancia del mercado negro, que obliga a las fuerzas de seguridad a tener "policías dedicados a permanecer en un escritorio para monitorear la red".
El control diario de los certificados está en manos de los establecimientos, que por ley deben revisar la condición de cada persona que admiten.
Anthony Hammond, dueño de dos bares en Melbourne, dice que la industria la está viendo a tropezones para controlar los certificados.
El personal de sus negocios ha tenido que examinar una gama diversa de certificados en aplicaciones, teléfonos inteligentes, billeteras y copias en papel.
"No sabemos nada al respecto, yo ni siquiera sé cómo son, el gobierno ni nadie no nos ha dado capacitación", indicó.
"Habrá gente cometiendo errores, ¿cómo podemos prevenirlo?", preguntó.
(Información de la AFP)
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