La controvertida ley, prohíbe a gran parte de las familias del país asiático tener más de un vástago. Según las autoridades, ha servido para controlar la superpoblación.
El Gobierno chino conmemoró hoy el 30
aniversario de la política del "hijo único", controvertida ley que
prohíbe a gran parte de las familias del país tener más de un
vástago pero que, según las autoridades, ha servido para controlar
la superpoblación del pueblo más numeroso de la tierra.
La agencia oficial Xinhua recordó hoy que fue el 25 de septiembre de 1980 cuando una circular del Partido Comunista de China ordenaba a los miembros de esa formación y a los de la afín Liga de la Juventud Comunista que tuvieran sólo un hijo, una norma que después se aplicaría a toda la población nacional.
Según la Comisión de Población y Planificación Familiar de China, que se encarga de aplicar esta ley, China actualmente tendría 1.700 millones de habitantes si no se hubiera puesto en práctica esta norma, en lugar de los 1.335 actuales (según estadísticas de finales de 2009).
Ello ha contribuido a la mejora de muchos indicadores sociales, como la renta per cápita, la esperanza de vida (ahora de 73 años), la extensión de la educación o la disminución en el número de personas que viven en la pobreza (250 millones hace tres décadas, 40 millones en la actualidad).
No obstante, reconoció el artículo de Xinhua, la política del "hijo único" ha tenido también efectos negativos para el país, como el envejecimiento de la población, que ha llevado al país asiático a considerar la posibilidad de elevar la edad de jubilación, como se debate en algunos países de Occidente.
O los abortos selectivos y los abandonos de niñas por familias que prefieren tener un hijo varón, lo que ha desembocado en otros problemas, como el desequilibrio de sexos o el tráfico de bebés y esposas (en algunos pueblos apenas hay mujeres debido a la citada preferencia por tener chicos y no chicas).
También debe mencionarse la aplicación de esterilizaciones y abortos forzosos a matrimonios que violan la ley, en algunas localidades chinas, o el hecho de que la política sea considerada un tanto clasista, ya que las multas por tener más de un hijo son muy elevadas para personas de clase baja pero son llevaderas por los ricos, por lo que muchos de ellos se saltan la ley.
El país asiático confía en estabilizar su población e incluso comenzar a tener un crecimiento demográfico negativo hacia mediados de siglo, y ya antes será probablemente rebasada por la India como el país más populoso del mundo.
La política del hijo único establece que las familias sólo pueden tener un vástago, pero también incluye muchas excepciones a esta regla.
Pueden tener un segundo hijo, por ejemplo, las parejas en las que tanto el marido como la esposa no tengan hermanos, y también aquellas madres de familias rurales que hayan tenido una niña en el primer embarazo.
Además, las familias de minorías étnicas como los tibetanos, los mongoles o los uigures, entre otras, pueden tener hasta tres hijos, dado el escaso porcentaje que estos pueblos representan en el total nacional (apenas el 5 por ciento).
La agencia oficial Xinhua recordó hoy que fue el 25 de septiembre de 1980 cuando una circular del Partido Comunista de China ordenaba a los miembros de esa formación y a los de la afín Liga de la Juventud Comunista que tuvieran sólo un hijo, una norma que después se aplicaría a toda la población nacional.
Según la Comisión de Población y Planificación Familiar de China, que se encarga de aplicar esta ley, China actualmente tendría 1.700 millones de habitantes si no se hubiera puesto en práctica esta norma, en lugar de los 1.335 actuales (según estadísticas de finales de 2009).
Ello ha contribuido a la mejora de muchos indicadores sociales, como la renta per cápita, la esperanza de vida (ahora de 73 años), la extensión de la educación o la disminución en el número de personas que viven en la pobreza (250 millones hace tres décadas, 40 millones en la actualidad).
No obstante, reconoció el artículo de Xinhua, la política del "hijo único" ha tenido también efectos negativos para el país, como el envejecimiento de la población, que ha llevado al país asiático a considerar la posibilidad de elevar la edad de jubilación, como se debate en algunos países de Occidente.
O los abortos selectivos y los abandonos de niñas por familias que prefieren tener un hijo varón, lo que ha desembocado en otros problemas, como el desequilibrio de sexos o el tráfico de bebés y esposas (en algunos pueblos apenas hay mujeres debido a la citada preferencia por tener chicos y no chicas).
También debe mencionarse la aplicación de esterilizaciones y abortos forzosos a matrimonios que violan la ley, en algunas localidades chinas, o el hecho de que la política sea considerada un tanto clasista, ya que las multas por tener más de un hijo son muy elevadas para personas de clase baja pero son llevaderas por los ricos, por lo que muchos de ellos se saltan la ley.
El país asiático confía en estabilizar su población e incluso comenzar a tener un crecimiento demográfico negativo hacia mediados de siglo, y ya antes será probablemente rebasada por la India como el país más populoso del mundo.
La política del hijo único establece que las familias sólo pueden tener un vástago, pero también incluye muchas excepciones a esta regla.
Pueden tener un segundo hijo, por ejemplo, las parejas en las que tanto el marido como la esposa no tengan hermanos, y también aquellas madres de familias rurales que hayan tenido una niña en el primer embarazo.
Además, las familias de minorías étnicas como los tibetanos, los mongoles o los uigures, entre otras, pueden tener hasta tres hijos, dado el escaso porcentaje que estos pueblos representan en el total nacional (apenas el 5 por ciento).
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