Un nuevo escándalo, destapado gracias a mensajes intervenidos en teléfonos móviles de un luchador y un entrenador de sumo, que revelaban acuerdos para pactar los resultados de los combates.
El sumo, uno de los símbolos milenarios de la cultura de Japón, se enfrenta a una seria crisis por un escándalo de combates amañados que ha puesto en el ojo del huracán a sus corpulentos luchadores, considerados guardianes de la tradición.
El caso ha llevado a la cancelación del Gran Torneo de Sumo de primavera, que estaba previsto comenzase el 13 de marzo en Osaka, en una decisión sin precedentes anunciada hoy por la Asociación de Sumo de Japón (JSA).
El escándalo salió a la luz este miércoles, cuando una investigación policial descubrió que varios luchadores, incluidos algunos de las categorías superiores, podrían haber "pactado" el resultado de varios combates.
La noticia saltó inmediatamente a las portadas de los medios japoneses y supuso un nuevo mazazo para la reputación este deporte de halo sagrado, que en los últimos años se ha visto salpicado por algunos casos de drogas, violencia o corrupción.
Y es que la disciplina es la base fundamental del código de conducta de los luchadores de sumo, cuyos seguidores les exigen un comportamiento ejemplar tanto dentro como fuera del "dohyo" (ring).
Por eso los millones de aficionados nipones han reaccionado con indignación ante este nuevo escándalo, destapado gracias a los mensajes intervenidos en los teléfonos móviles de un luchador y un entrenador de sumo, que, al parecer, revelaban acuerdos para pactar los resultados de los combates.
La Policía se había incautado de los móviles el año pasado, en el marco de otra investigación sobre una red de apuestas irregulares controlada por bandas criminales.
Tras conocerse el caso, dos luchadores, Chiyohakuho y Enatsukasa, admitieron ante la JSA haber "arreglado" combates y han ofrecido su retirada, mientras un panel independiente ha abierto una investigación sobre otros doce combatientes o entrenadores.
Esta es la primera vez que se suspende un Gran Torneo de Sumo desde 1946: aquel año se canceló el encuentro de verano, pero el motivo fue el retraso en las obras de renovación del estadio de Tokio, dañado por los bombardeos de la II Guerra Mundial.
La investigación, que según la televisión NHK podría prolongarse hasta dos meses, ha abierto una nueva grieta en la imagen de respetabilidad del sumo, una práctica que entrelaza deporte con ritos tradicionales y religiosos sintoístas.
Sus orígenes se remontan a hace unos 1.500 años: los primeros combates se celebraban en los templos, como un ritual dedicado a los dioses que entremezclaba danzas y oraciones para una cosecha abundante.
En el siglo VIII el sumo pasó a formar parte de los ceremoniales de la Corte Imperial y a partir del siglo XII se extendió también al campo militar para mejorar la capacidad de los guerreros.
Pero no fue hasta el periodo Edo (siglos XVII a XIX) cuando los combates se hicieron populares entre las masas y se adoptó la etiqueta que pervive, hasta hoy, entre los cerca de 800 luchadores de las categorías profesionales en Japón.
Pese a su corpulencia -suelen pesar entre 120 y 280 kilos- los luchadores o "rikishi" muestran una asombrosa agilidad, fruto de años de severa formación en los "establos", como se conoce a las herméticas casas de entrenamientos.
Cada combate está precedido de un solemne ritual que incluye movimientos como palmadas para llamar la atención de los dioses, extender los brazos para demostrar que están desarmados o arrojar sal sobre el ring.
Aunque ésta es la primera vez que se ha suspendido un torneo, el mundo del sumo ha afrontado varias polémicas en los últimos tiempos.
Una de las más sonadas tuvo lugar el año pasado, cuando el mongol Asashoryu -un famoso "yokozuna", o gran campeón de sumo- se vio obligado a retirarse tras propinar una paliza a un hombre en un local nocturno de Tokio.
Ese mismo año algunos luchadores fueron suspendidos o degradados de categoría por un caso de apuestas ilegales, mientras en 2009 varios fueron expulsados por fumar marihuana.
En 2007 hubo también una fuerte controversia por las duras técnicas que esconden los centros de entrenamiento, después de que un joven pupilo perdiera la vida a manos de su entrenador.
Las acusaciones de combates amañados ya habían circulado en el pasado en Japón, pero la JSA siempre las había calificado de "insidiosas calumnias".
EFE
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