Niños encerrados, familias separadas y la desgarradora imagen de los cuerpos de una niña de dos años junto a su padre son un reflejo de la migración masiva de centroamericanos a Estados Unidos. ¿Qué obliga a los centroamericanos a hacer una “viaje suicida” para alcanzar el sueño americano? En esta nota todos los detalles.
La migración desde Honduras, El Salvador y Guatemala hacia Estados Unidos no es un fenómeno reciente. Sin embargo, el tema ha vuelto a estar en los ojos del mundo por una serie de acontecimientos ocurridos en las últimas semanas. La fotografía de los cuerpos sin vida del salvadoreño Óscar Martínez y su hija de dos años ahogados en el río Bravo ha expuesto los peligros que enfrentan los migrantes en su intento de llegar a Estados Unidos y alcanzar el ‘sueño americano’.
La emigración de estos tres países de Centroamérica ha crecido en las últimas dos décadas hasta alcanzar los 3,1 millones de personas en 2015, algo más del 10% de su población total, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), publicado en junio de este año.
Los Estados Unidos es el principal país receptor de la migración centroamericana. Según cifras del Departamento de Desarrollo Social de las Naciones Unidas, en 2015, el 89% de los emigrantes salvadoreños, 87% de los guatemaltecos y 82% de los hondureños residía en los Estados Unidos. Es así como el corredor migratorio México-Estados se ha convertido en uno de los principales del mundo.
El tema migratorio ha reingresado a la agenda debido a la política de deportaciones masivas, criminalización de la migración indocumentada y racismo en países de arribo, especialmente Estados Unidos. Pero ¿cuáles son los factores que empujan a las personas de Honduras, El Salvador y Guatemala a emigrar?
Según el informe de Cepal, a las crisis económicas recurrentes y la desigualdad social se suma el incremento en los niveles de violencia y del crimen organizado. En la ecuación también están presentes las recurrentes afectaciones ambientales, debido al cambio climático, y una población joven que no es absorbida dentro del campo productivo de sus países.
El periodista español Alberto Pradilla, autor del libro Caravana. Cómo el éxodo centroamericano salió de la clandestinidad, dice a RPP Noticias que hay tres factores que explican la migración masiva: la pobreza, la violencia y gobiernos corruptos.
“Seis de cada diez guatemaltecos son pobres, seis de cada diez hondureños son pobres, tres de cada diez salvadoreños son pobres. Además, Centroamérica es una de las partes del mundo con mayores tasas de homicidio. Durante muchos años, San Pedro Sula (Honduras) fue considerada la ciudad más violenta del mundo. […] Esto tiene que ver con el fenómeno de las pandillas: El Barrio 18 y los Mara Salvatrucha son las dos principales pandillas que operan tanto en Centroamérica como en el sur de México y de Estados Unidos. Tercero, son los gobiernos corruptos que han dado la espalda a sus ciudadanos y no garantizan su protección”, explica.
La pobreza y la violencia social han ocasionado una caída de las expectativas en la vida. Por ejemplo, entre el 2000 y 2004, el 60% de los hondureños tenía buenas expectativas de bienestar para sus hijos. Una década después, estas expectativas cayeron a menos del 30%. La percepción es similar en países como El Salvador y Guatemala donde cada vez son menos optimistas.
Una región golpeada por la violencia
Estos tres países de Centroamérica enfrentan una violencia que es significativamente superior al promedio latinoamericano. Según base de datos de Cepal, en un período entre 2010 y 2015, la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes fue de 81,5 en Honduras, 65,8 en El Salvador y 34,6 en Guatemala. Para reflejar la dimensión de este problema en base a una comparación, en el Perú la tasa de homicidios registrada solo en el año 2017 fue de 7.8 muertes por cada 100 mil habitantes, según el INEI.
La investigadora del departamento de Sociología, y del Programa de Estudios Latinoamericanos en Macalester College (St. Paul, Minnesota), Erika Busse Cárdenas, indica a RPP Noticias que la violencia que vive Centroamérica “es en parte resultado de la presencia que EE.UU. ha tenido y tiene en la región”.
Según Norberto Barreto, doctor en Historia de Estados Unidos por la State University de Nueva York, investigador de la Universidad Pacífico y columnista de RPP, EE.UU. hizo todo lo posible para frenar revoluciones en esta región, como la sandinista en Nicaragua, así como apoyar a gobiernos dictatoriales.
“La consecuencia es que mucha gente, en los 80, migró a Estado Unidos. […] Las maras surgen entre las comunidades de centroamericanos en Estados Unidos”, señala Barreto a RPP.
En la década de los 90 hubo deportaciones masivas, entre ellas a los mareros. Y cuando las pandillas llegaron a Centroamérica, encontraron “estados débiles, con muchas armas y con un terreno fértil para sus actividades delictivas”, considera el periodista Alberto Pradilla.
Las caravanas: grupos protegidos
Pradilla, quien acompañó a migrantes centroamericanos en octubre de 2018, sostiene que las caravanas son una manera de protegerse entre ellos. Pese a que se desarrollaron desde el 2011 y en grupos más pequeños, las caravanas salieron de la “clandestinidad”, luego de que, en abril del 2018, tuvieron toda la atención mediática internacional por unos tutis del presidente Donald Trump.
La atención que tenían las caravanas permitió que los migrantes transitarán por México sin “pollero” o “coyote”, señala Pradilla. De esa manera pudieron de alguna manera evitar utilizar a estos traficantes de personas en la ruta mexicana que es extremadamente peligrosa. “Hay secuestros, extorsiones, violaciones”, dice el periodista. En los últimos años, las rutas migratorias de México convergen con las rutas del narcotráfico. “No hay otra alternativa que pagar al narco”, añade Pradilla.
Los analistas consideran que independientemente de las políticas de Trump, la situación social y económica de estos tres países obliga a la gente a migrar. “La gente que huye, contrario a lo que dice Trump, no es por placer, sino porque tiene una situación complicada. Huyen porque son víctimas de violencia, del gobierno, de maras, de la pobreza”, dice Barreto. Ellos no se lanzan a un “viaje suicida” voluntariamente, afirma.
La migración criminalizada
Busse Cárdenas sostiene que el discurso del presidente Trump “refuerza la idea de criminalidad” sobre los migrantes Y es que desde que llegó al poder, prometiendo una dura política migratoria, la administración Trump ha pasado tres órdenes ejecutivas sobre este tema: la construcción del muro, deportaciones de indocumentados en Estados Unidos y parar los pedidos de refugio de países mayoritariamente musulmanes.
“En las últimas semanas las disposiciones para ejecutar redadas en ciudades con grandes proporciones de inmigrantes, o de eliminación de programas de apoyo a personas que vinieron sin documentos, exacerba la incertidumbre que viven familias con personas que no tienen documentos en el país. Paralelamente, se sigue con la militarización de la frontera y el afán de construir un muro”, indica la socióloga.
“Lo peligroso es que el discurso en contra de los indocumentados que moviliza el presidente Trump califica a los inmigrantes como criminales (ladrones, violadores, etc.). Por lo tanto, justifica que se use la fuerza para impedir su ingreso, pero también para deportar a los que viven en los EE.UU.”, añade la especialista.
La militarización de la frontera no solo viene del lado de Estados Unidos. El mes pasado, el gobierno del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, aceptó endurecer sus políticas migratorias, desplegando a más de 21.000 agentes de seguridad en sus fronteras, bajo amenaza de sanciones comerciales del gobierno de Donald Trump.
Las consecuencias del acuerdo migratorio todavía están por verse. Para Busse Cárdenas, esta medida no va a detener la migración porque no ataca el problema, solo hará “que la ruta migratoria sea más peligrosa aún y más costosa de lo que ya lo es”.
Mientras tanto, los centroamericanos siguen caminando hacia el norte con lemas como el que recuerda Alberto Pradilla: “Los migrantes no somos criminales, somos trabajadores internacionales, por qué nos matan y asesinan si somos la esperanza de América Latina”.
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