El que durante 42 años fuera el "líder" de la revolución de Libia telefoneó a través de su portavoz a una agencia de noticias estadounidense para pedir una negociación que fue rechazada en Trípoli.
Muamar al Gadafi ha agotado dos de sus últimas bazas para encontrar una salida: una llamada a negociar sin éxito y la puesta en acción de una lanzadera móvil de misiles balísticos Frog 7, neutralizada por la OTAN, mientras 18 barcos emprenden las labores de descarga de la primera ayuda humanitaria.
El que durante 42 años fuera el "líder" de la revolución de Libia, hoy la apolillada y desmochada Yamahiriya, telefoneó a través de su portavoz Ibrahim Musa a la agencia de noticias estadounidense AP en Nueva York para pedir una negociación que fue rechazada contundentemente en Trípoli.
Además, según informó el general británico Nick Pope, aviones británicos neutralizaron la lanzadera con sistema de guía Paveway, que dijo representaba una "significativa amenaza para la población civil de Trípoli".
Estas parecían ser dos de las últimas cartas del coronel, cuyas tropas fueron de nuevo duramente castigadas en la noche del sábado en su retirada al sur de la ciudad.
Mientas tanto, en el puerto de Trípoli, cuatro barcos descargaron agua y otros suministros básicos, mientras la Organización Internacional de Migraciones (OIM) preparaba la evacuación esta noche de un millar de inmigrantes de la región.
Otros 16 buques fondeados en el exterior de la rada portuaria aguardaban para descargar, aunque el ritmo es muy lento pues los muelles no disponen de suficientes estibadores y las grúas no funcionan aún con normalidad.
Los portavoces del Comité de Estabilización, que ofrecieron hoy una rueda de prensa, explicaron que contaban con el agua, carburante y medicamentos precisos para abastecer a la población.
En las calles de Trípoli, sus habitantes trataban de recuperar la normalidad, tras más de seis meses de guerra, abasteciéndose de agua y comida y con el fin del ramadán a la vista, el primero en 42 años sin el "césar" que ha gobernado a su antojo y excéntricamente el país.
La realidad de la guerra continúa presente, no sólo por las negociaciones en curso con las tribus en Sirte, la ciudad natal de Gadafi y el principal bastión que queda en su poder, sino por la ingente tarea de asistencia a los heridos, la amenaza de los francotiradores y la identificación de los cadáveres que se amontonan en las morgues y cuya cifra exacta nadie ofrece.
Los responsables del comité de salud explicaron que fotografiarán los cuerpos sin vida y serán incinerados, aunque sólo pudieron confirmar la existencia de 75 en el hospital de Abu Salim y otros 35 en el de Yarmuk.
Muchos de esos muertos son brigadistas subsaharianos empleados por Gadafi para combatir a los milicianos del Consejo Nacional de Transición (CNT), cuyas bajas tampoco han sido cuantificadas.
El ministro provisional del Interior del CNT, Ahmed Darrat, dijo a Efe que "no hay negociación posible" con Gadafi y añadió que "recibirá un trato justo y legal".
Poco después, el titular de Información del CNT, Mahmud Shamam, afirmó que Gadafi y sus hijos serán detenidos muy pronto.
No está claro el paradero de Gadafi y sus hijos, pero es posible que su fallida invitación a la negociación delate su precaria situación, tal vez en torno a los últimos reductos organizados de resistencia, a unos 40 kilómetros al sur de la capital.
Otras especulaciones, con menor fundamento, hablan de algún refugio en las canalizaciones subterráneas del río artificial que alimenta la capital; en Sirte, o incluso fugado a Argelia.
Los rebeldes han anunciado que se han hecho con el control total de Ben Yauad (al este de Libia) y han asegurado que están a poco más de un centenar de kilómetros al este de Sirte, en manos gadafistas, a quienes Shaman advirtió de que el tiempo se agota.
A pesar de la precariedad de la situación, las nuevas autoridades mostraron su confianza en poder restablecer pronto los servicios básicos como el suministro de agua, cortado por problemas de abastecimiento de carburante para el bombeo, y las reparaciones más urgentes, aunque la red eléctrica y de telecomunicaciones no se han visto seriamente afectadas.
Los medicamentos y demás útiles hospitalarios están disponibles, explicaron los portavoces del comité de estabilización, que precisaron que sólo son necesarios en Trípoli algunos cirujanos.
Tanto la compañía de agua como la de electricidad cuentan con el 60 por ciento de su personal y han ido llamando al resto de los operarios para que se reincorporen.
EFE
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