La celebración de misas en cárceles selló una tendencia de aproximación del gobierno comunista de Cuba con la Iglesia Católica, que impulsó Raúl Castro.
La celebración de misas en cárceles, por primera vez en medio siglo de revolución y oficiadas por la Navidad, selló una tendencia de aproximación del gobierno comunista de Cuba con la Iglesia Católica y otros credos, que impulsó Raúl Castro en su primer año de presidencia.
"Fueron las primeras misas en 50 años", declaró este viernes a la AFP el diácono Juan Ríos, quien trabaja desde hace más de una década en la Pastoral Penitenciaria, con la que se sistematizó la atención religiosa a los presos en Cuba.
Diez años después de reestablecido el feriado navideño en Cuba, el cardenal Jaime Ortega y otros cuatro obispos celebraron misas en cinco centros penitenciarios el 25 de diciembre.
Diecisiete reos de Combinado del Este de La Habana, la mayor prisión de Cuba, asistieron a la misa que ofició el cardenal, acompañado del diácono Ríos y otros religiosos, y 25 reclusas a la celebrada en el teatro de la cárcel provincial de mujeres de Santiago de Cuba, segunda ciudad del país.
También hubo misas de Navidad en cárceles de Camagüey (este), Santa Clara (centro) y en La Condesa, prisión para extranjeros, en La Habana.
"Este es un paso bueno que se está dando, en un buen sentido. Todavía hay que mejorar una serie de mecanismos, esperamos que así sea", dijo a la AFP el arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García.
Hace unos 15 años se permitieron encuentros de sacerdotes con grupos, pero "eran de catequesis, no misas", explicó Ríos.
La celebración de misas en cárceles fue abordada por el cardenal Tarcisio Bertone en su visita a Cuba en febrero, cuando fue recibido por Raúl Castro, un día después de ser designado presidente en lugar de su hermano enfermo, Fidel.
Bertone ofició misas y visitó varias ciudades de Cuba, rememorando el histórico viaje del Papa Juan Pablo II en enero de 1998, que abrió una cohabitación entre la Iglesia y el Estado, con relaciones ondulantes en 50 años de revolución comunista, incluyendo choques.
Momento de impacto nacional fue la beatificación de José Olallo, primera en Cuba, celebrada en Camagüey, con la presencia de Raúl Castro y varios miembros de su Gobierno, transmitida en diferido, pero completa, por la televisión estatal el 29 de noviembre.
"Saludo de manera muy especial" al presiente Castro, dijo el cardenal José Saraiva, quien viajo desde el Vaticano para la homilía de esa ocasión.
La reacción fue inmediata: "Queremos ver en el clima de cooperación creado en torno a este magno acontecimiento un signo de esperanza. Creemos firmemente que el diálogo es el camino para crear escenarios de mayor apertura y entendimiento", dijo un mensaje de los laicos cubanos.
En febrero, al ser electo el nuevo Parlamento, un líder yoruba fue aceptado como diputado; en octubre Raúl Castro asistió a la inauguración de la primera catedral ortodoxa rusa en Cuba, y el 13 de diciembre el vicepresidente Esteban Lazo acudió a un culto evangélico que saludó los 50 años de la revolución.
"La Revolución no está reñida con los sentimientos religiosos, sino con la utilización y manipulación política en contra de los intereses de la sociedad", escribió Caridad Diego, Jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Partido Comunista (PCC).
En ese artículo, publicado en una revista teórica del PCC, Diego trató de limar viejas desconfianzas. "Todavía hay muchas personas revolucionarias que mantienen el criterio de que no es políticamente confiable quien profese una creencia religiosa; lo que no es fiel a la verdad", dijo.
En su última edición del año, la revista católica mensual Palabra Nueva opinó que puede haber colaboración entre la Iglesia y el Estado en materia de salud, educación y asistencia social, bajo control oficial.
AFP
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