Josmar Flores Pereira confesó que quería advertir personalmente al mandatario mexicano sobre una catástrofe que estaría por ocurrir en dicho país.
Tres latas de zumo de frutas rellenas de tierra y una lucecita de colores atada alrededor es todo lo que le hizo falta al boliviano Josmar Flores Pereira para secuestrar un avión en su intento de advertir personalmente al presidente de México Felipe Calderón de un gran terremoto.
"Viene un terremoto como nunca antes lo ha habido", dijo cuando fue presentado ante la prensa, esposado, sonriente, enérgico, ataviado con una camisa blanca.
Flores, de 44 años, es un hombre de manos grandes que se dice un pastor religioso recuperado por Dios hace diecisiete años cuando, alcohólico y drogadicto, estaba a punto de poner fin a su propia vida.
"Me iba a electrocutar porque pensé que no podía cambiar, primero me reía de los hombres que hablaban de Dios (...), hasta que un día al borde del suicidio pensé "¿y si fuera real?"", narró enfervorizado.
El secuestrador, según confesó, tomó conciencia en pleno vuelo de que la fecha, día nueve del mes nueve de un año acabado en nueve, leída al revés, como mandan los cánones satánicos, daba como resultado 666, el número asociado al Anticristo. Y, pasada una hora de vuelo, sacó sus latas de zumo y comenzó su cometido.
Intentó obligar al piloto a dar siete vueltas en torno del aeropuerto de Ciudad de México, a donde se dirigía el vuelo, pero al no poder entrar en la cabina no le fue posible obligarlo.
La aeronave descendió, y tras una negociación en la que insistía en hablar con Calderón, fue sometido por las fuerzas federales de seguridad.
EFE
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