La tensión crece en torno a Irán, el centro de la variante shiita del Islam. Dos navíos civiles fueron objeto de un ataque que Washington atribuye al régimen de los ayatolas.
El golfo de Omán es uno de los lugares potencialmente más conflictivos del planeta puesto que por él transitan buques cargueros que transportan la riqueza de tres de los más grandes exportadores de petróleo: Irán, Iraq y Arabia Saudita. La tensión que ya se vivía en torno a Irán ha escalado ayer, después del hasta ahora inexplicado ataque a dos navíos con bandera noruega y japonesa respectivamente. Tal como anunció en su campaña del 2016,
Donald Trump retiró el año pasado a su país del Tratado de desnuclearización que había sido negociado por los países europeos y Estados Unidos con el régimen de los ayatolas que gobierna Irán desde la creación de la República Islámica en 1979. Israel, que siempre se opuso al tratado, sostiene que Irán engañaba a la comunidad internacional en espera de dotarse del arma atómica, que cambiaría la correlación de fuerzas en el Medio Oriente. El incidente de ayer se produjo mientras el primer ministro japonés Shinzo Abe intenta una intermediación entre Washington y Teherán.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha afirmado que el mundo “no puede permitirse” una gran confrontación en esta región del mundo. Ni en ninguna otra, añadimos nosotros. El jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, sostiene que Irán es responsable del ataque contra navíos civiles, cosa que Teherán desmiente. Uno puede saber cuándo comienzan las guerras, como los conflictos personales, pero nadie sabe cómo van a evolucionar, ni cuándo llegarán a su fin. La guerra es siempre un fracaso: el de la capacidad humana de forjar acuerdos que respeten los intereses de las partes.
La 'pipa de la paz' en el Congreso
Eso vale también para las pequeñas fricciones, que por distantes que sean de la magnitud de lo que está en juego en el golfo de Omán, responden al mismo esquema de hostilidad, provocación, violencia y escalada. El caso que tenemos a mano es la denuncia que la congresista Yeni Vilcatoma presentó contra su colega Francesco Petrozzi, quien hablando de su programa periodístico se refirió a ella como “la Gisela del siglo XXI”.
Yeni Vilcatoma consideró que se trataba de una clara ofensa contra la dignidad de la mujer y planteó una denuncia formal ante la Comisión de Ética. Sin embargo, la congresista de Fuerza Popular tomó nota de las disculpas públicas presentadas por el también cantante de ópera, y tal como había adelantado en Ampliación de Noticias, aceptó que la ajetreada comisión parlamentaria archivara el caso. ¡Enorme conquista de la sensatez!
Debate por la PUCP
El día de ayer tuvo lugar un debate oficial entre los tres candidatos que postulan al rectorado de la Pontificia Universidad Católica: el lingüista Carlos Garatea, el filósofo Miguel Giusti y el historiador José de la Puente. Los tres profesores discreparon sobre la manera de garantizar la esencia humanista de la universidad y su responsabilidad ante la sociedad. Tampoco coincidieron sobre la mejor manera de hacer frente a la amenaza de burocratización, opacidad y mercantilismo, así como ante la desigualdad de género y el acoso sexual.
No se omitieron tampoco balances severos sobre la crisis creada por la modalidad ilegal de cobro de cuotas aumentadas, ni sobre los reclamos pensionarios de una parte del personal. Pero en un país con pocas instituciones respetadas por encima de sesgos e ideologías, los tres candidatos coincidieron en la necesidad de mantener el espíritu que debe impregnar la más antigua universidad privada de nuestro país, que es también la primera según los rankings internacionales. Al hacerlo reafirmaron el compromiso condensado en el lema de la Universidad Católica: la luz debe prevalecer sobre las tinieblas.
Las cosas como son
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